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Ateísmo al descubierto: La naturaleza del ateísmo y sus cuatro fracasos


Se puede definir al ateísmo como la negación de dioses y fenómenos sobrenaturales. El mundo, según ellos puede ser explicado de manera lógica, racional. Estoy completamente de acuerdo con este punto. Dios creo a este mundo con una lógica independiente de El aunque puede interactuar, como el dibujante que modifica su obra sin ser parte de del dibujo.

Ahora bien, el ateísmo no puede negar aquello que no conoce. No conoce a Dios, no lo puede negar. Es absolutamente antiético. Al yo desconocer de matemáticas no puedo opinar de ella. Ellos dirán que como Dios no existe simplemente se puede opinar de su existencia. El epitome de la antiética.

Estamos llamados a saber cómo dar razón de nuestra fe ante al incrédulo que la demande (1 Pedro 3:15-16), y por eso importa que entendamos la mentalidad de quienes se oponen al cristianismo, entre ellos, los ateos.Al comprender más la naturaleza del ateísmo, sabremos cómo hacer una apologética mejor ante ellos. ¿Sabes por qué hay personas que son ateas?. Tal vez no te hayas preguntado eso, pero el ateísmo sí se ha preguntado por qué eres cristiano. El ateo no se pregunta si existe alguna deidad o no, ya que afirma que no hay ningún dios. Por eso comúnmente le molesta lo que tenga que ver con la religión y en cambio pregunta: ¿Por qué hay tantas personas religiosas en todo el mundo?
El ateísmo responde a esa interrogante diciendo que toda creencia acerca de una deidad es producto de una necesidad psicológica. Freud apoyaba esta teoría. El razonamiento va así: “La mayoría de la gente es muy débil para soportar la idea de un universo sin algún ser superior que les escuche o que pueda darles esperanza y ofrezca solución final a sus problemas, y por eso prefieren creer en alguna deidad imaginaria”. La gran falla de este argumento es que se le devuelve fácilmente al ateísmo. Timothy Keller lo explica de forma simple: “Si tú dices (como Freud) que todas las declaraciones de verdad acerca de la religión y Dios son solo proyecciones psicológicas para lidiar con tu culpa e inseguridad, también lo es tu declaración”1).

¿Qué enseña la Biblia sobre el ateísmo?

Llamativamente, la Biblia dice algo parecido en relación al ateísmo. La Palabra de Dios declara que toda persona sabe que Dios es real porque Él se ha revelado claramente en la creación y que el pecado del hombre ha sido en esencia cambiar la verdad por la mentira; eso es injusticia y es necedad  (Romanos 1: 18-212528). Por eso el salmista afirma: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1). La Biblia enseña así que el ateo dice que no cree en Dios y se aferra a su mentalidad, para evadir la realidad y excusarse por su orgullo al rechazar al Creador. El ateo siente en su interior que no le conviene que el Dios verdadero exista, porque sabe que tendrá que rendir cuentas delante de Él.
R. C. Sproul lo explica en su clásico Cómo Defender su Fe:
… Todos los que se implican en una discusión con respecto a la existencia de Dios aportan un bagaje psicológico a la discusión. Quienes niegan a Dios, por ejemplo, tienen un enorme interés investido en su negación porque… si el Dios de la Biblia existe, entonces un obstáculo infinito se interpone entre ellos y su propia autonomía… Hay, según admite el mismo Freud, un conocimiento universal de que la peor cosa imaginable sería caer en las manos del “poder superior del destino”. Ese temor es agravado… cuando ese destino es visto como un Dios santo2).
“El problema del ateo no es la falta de evidencia. El problema del ateo es que trata de ignorarla”
El problema del ateo no es la falta de evidencia. El problema del ateo es que trata de ignorarla por orgullo y miedo. Es irracional al ser rebelde contra Dios a la vez que tiene pánico de caer en sus manos.
¿Cómo esto revoluciona nuestra apologética?
Esto debería impactar nuestra apologética porque nos recuerda la verdad bíblica que si no es por la gracia de Dios, nunca hubiésemos creído el evangelio. Somos peores de lo que creemos. Esto es humillante y te lleva a predicar la verdad con más paciencia, gracia y gozo ante los incrédulos. Pero hay otra forma en que conocer la naturaleza del ateísmo cambia nuestra forma de dialogar con ateos: Nos hace ver que es imposible que un ateo admita la verdad si primero no se le predica el evangelio. Hay quienes oyen el evangelio y no lo creen, pero todo el que lo cree, lo ha creído porque lo ha oído (1 Pedro 1:23-25Romanos 10:13-17). Eso significa que cuando Dios llama eficazmente a alguien (p. ej. un ateo) y vence la dureza de su corazón para que crea, lo hace en presencia del evangelio para que crea el evangelio. Así nace la fe salvífica, y donde antes había odio y temor contra la verdad, ahora hay amor y deseo por ella. Por tanto, al hablar con ateos debemos tener una apologética centrada en el evangelio.
“Nuestra apologética no debe ser un fin en sí misma”
Nuestra apologética no debe ser un fin en sí misma. Sí, es importante demostrar que tenemos la razón, pero eso no es en última instancia lo que el cristiano debe perseguir: No estamos llamados a aprender apologética para simplemente ganar debates, sino para ganar hermanos y honrar a Cristo. En medio de la defensa de la fe, no nos quedemos sin hablar claramente esa fe. A muchos cristianos les suele pasar que terminan defendiendo más las evidencias de la fe cristiana, ¡que a la fe cristiana!. Empiezan dando la razón de la fe ante el incrédulo, pero luego la predicación del evangelio se pierde entre discusiones innecesarias sobre ciertas evidencias y respuestas excesivas a contraargumentos vanos. ¿Estamos evitando eso? De nada servirá toda la apologética que hagamos si en medio de ella no dejamos el mensaje del evangelio claro y descansamos en la soberanía y la gracia de Dios. De esta forma, la buena apologética le da toda la gloria a Dios y no un porcentaje apologista.
He aquí los cuatro rotundos fracasos del militante ateísmo

El fracaso del ateísmo para explicar la existencia

El ateísmo como una visión del mundo está intelectualmente en bancarrota y lleno además de problemas filosóficos. Uno de sus mayores problemas es la falta de capacidad para explicar nuestra propia existencia.
Es obvio que existimos y aún cuando a los ateos les gusta vender la bandera de la evolución, la evolución no es el tema aquí. Más bien, necesitamos regresar y preguntar: ¿De dónde viene el universo? Verá: lo que haya llegado a existir fue causado por algo para que esto llegara a existir. El universo llegó a existir; así que: ¿Qué hizo que éste llegara a existir?
Al responder esta pregunta existen sólo dos posibilidades para registrar la causa del universo: una causa impersonal y una causa personal. Esta es una figura antónima que agota todas las posibilidades. Por lo tanto, es la primera o la segunda. No existe una tercera opción. Vamos primero a mirar la opción ateísta para explicar el universo como una causa impersonal.
Si el ateo dijera que el universo se trajo a sí mismo a existencia, entonces, esto sería ilógico ya que algo que no existe no tiene naturaleza y sin naturaleza, no hay atributos y sin atributos, las acciones no pueden ser llevadas a cabo como es el caso del universo de traerse a sí mismo a existencia. Así que esta causa no funciona.
Si el ateo dijera que el universo siempre ha existido, esto tampoco funciona ya que significaría que el universo es infinitamente viejo. Si éste es infinitamente viejo ¿por qué no se le ha acabado la energía utilizable de acuerdo a la 2ª ley de la termodinámica? Para poder llegar también al presente en un universo infinitamente viejo, que tendría que cruzar una cantidad infinita de tiempo. Pero es imposible cruzar una cantidad infinita de tiempo para llegar al ahora. Estos problemas significarían también que no podría haber una cantidad infinita de ciclos anteriores del universo donde expandirse y contraerse para siempre. Así que, estas explicaciones tampoco resultan.
Si el ateo dijera que la materia y/o energía de alguna forma ha existido eternamente antes del universo, sólo que en formas diferentes, entonces, el mismo tema de cruzar una cantidad infinita de tiempo para llegar al ahora negaría esa idea. Pero esta explicación establecería otro problema. Si las condiciones necesarias para la causa del universo siempre han existido dentro de la materia preexistente, entonces, el efecto del universo siendo transformado es un resultado necesario de que la materia y la energía y el mismo universo habrían sido formados hace un tiempo largo e indefinido. Pero esto no puede resultar ya que significaría que por ahora el universo ya no tendría energía utilizable—una vez más se nos presenta el problema de entropía—sin mencionar el problema perpetuo de cruzar una cantidad infinita de tiempo para llegar al ahora. Así que, ésta explicación tampoco funciona.
Así que el universo, el cual está compuesto de materia y energía, no puede ser infinitamente viejo, ni en su forma presente ni en cualquier otra forma. Entonces, ¿cómo sucedió? Y finalmente, ¿cómo llegamos a éste? El ateísmo no nos puede ayudar aquí. Así que vamos a volver nuestra atención a la segunda opción: una causa personal. Si existe una influencia personal, lo que significaría que un ser personal obró sobre el universo, entonces, tenemos una explicación para la causa del universo. Permítame explicárselo.
Una roca no cambia súbitamente de ser una roca a convertirse en una cabeza de hacha a menos que actúe sobre ésta algo más. Para que la materia y la energía cambien y se forme algo nuevo, tiene que haber un obrar externo. Debemos preguntarnos: ¿Qué obró en la materia y en la energía que hizo que el universo existiera?
Lo que causó que el universo existiera tenía que existir antes del mismo universo. Debido a que el universo tuvo un principio en el tiempo y debido a que la materia y la energía no cambian espontáneamente y se acomodan a sí misma para formar algo nuevo, entonces, la mejor explicación para la causa del universo es una acción debida a una decisión.
En otras palabras: Una decisión para actuar en un tiempo específico en el pasado es la mejor explicación de la existencia del universo. Claro está, nosotros los Cristianos diríamos que esta decisión fue tomada por un ser personal a quien nosotros llamamos Dios.
¿Ve que el ateo no tiene nada para ofrecernos con relación al tema importante de explicarnos cómo llegamos aquí? El ateísmo no puede responder una de las preguntas filosóficas más importantes con relación a nuestra propia existencia. Si ofrece alguna explicación, ésta será deficiente y le faltará demostrarlo: Así que, lo que sólo puede ofrecernos es ignorancia y conjeturas.
Finalmente y aún cuando no es necesario en el video, trataré con una de las objeciones estandarizadas que los ateos tienen cuando se presenta este tema. ¿Qué trajo a Dios a la existencia?
La respuesta es simple: Nada ni nadie lo trajo a Él a existencia. Él siempre ha existido. Él es la causa no causada. Piense acerca de esto: Usted no puede tener una regresión infinita de causas. Es como tener una línea infinita de dominós cayendo uno sobre otro. Si Usted regresa infinitamente en el tiempo para tratar y encontrar el primer dominó que inició todo esto, Usted nunca lo encontrará ya que tendría que cruzar una cantidad infinita de tiempo para obtenerlo lo cual es, imposible de hacer. Esto también significaría que no se puede tener una regresión infinita de causas. Aún más, esto significaría que nunca existió una causa primera. Si no existe una causa primera, entonces, no podría haber una segunda, o una tercera, y así sucesivamente y Usted no tendría a ninguna de estas fichas cayendo. Pero debido a que están cayendo, tiene que haber una primera causa, que en sí fue no causada y que inició todo en un tiempo específico en el pasado. Así es con el universo también. Hubo una causa para que éste existiera en un punto específico en el tiempo. La causa no causada en Dios, el cual decidió crear el universo y quien, como dice la Biblia en Salmo 90:2, “Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

El fracaso del ateísmo para explicar la moralidad

El ateísmo como una visión del mundo está intelectualmente en bancarrota y lleno además de problemas filosóficos. En el siguiente artículo y video, vamos a observar la incapacidad desde del punto de vista del ateísmo para explicar la moralidad objetiva.
Primero, necesito aclarar que los ateos pueden ser moralmente buenos y aún, pueden ser personas de integridad. Pero éste no es el tema. El hecho de tener una buena moral no significa que Usted tenga objetivos morales. La buena moral de un ateo podría ser consistente sólo en forma coincidencial con objetivos morales verdaderos en donde para otro ateo este mismo concepto sería totalmente diferente u opuesto.
La moral objetiva está basada en lo externo de la persona. La moral subjetiva es aquella que depende de Usted, de su situación, de su cultura y sus preferencias. La moral subjetiva cambia, puede ser contradictoria y varía de persona a persona. Esto es lo mejor que el ateísmo tiene para ofrecernos como punto de vista del mundo acerca de la moral.
Piense en lo siguiente: en el ateísmo, no existe un concepto moral de lo que es correcto e incorrecto. No existe una moral del “deber hacer” y del “no deber hacer”. ¿Por qué? Porque cuando Usted quita a Dios, está quitando el estándar por el cual se establece la verdadera moral objetiva. En palabras sencillas: en el ateísmo la moral estará siempre en juego.
Desde un punto de vista ateo acerca del mundo como el mentir, el engañar y el robar no son ni correctos ni incorrectos. Existen fenómenos a los cuales si el ateo decide, se pueden asignar y determinar los valores morales. El ateo podría decirnos que todos deberíamos ayudar a que la sociedad funcione apropiadamente y que en general no beneficia a la sociedad como un todo el mentir, el engañar y el robar; pero éste, es un razonamiento débil, meramente intelectual.
Déjeme explicarle por qué. ¿Qué pasaría si hubiera una catástrofe económica global y que la agitación social fuera tal que el robar a las personas a punta de pistola para obtener comida se convirtiera en algo común? El robo entonces, sería una norma social. ¿Estaría esta norma equivocada? Si Usted afirma que no, estaría afirmando que la ética va de acuerdo con la situación y no podría entonces quejarse cuando ésta―la norma―fuera usada a la conveniencia del capricho de alguien más y Usted fuera robado a punta de pistola. Claro está, que esto llevaría a la anarquía.
Si Usted dice que tal clase robo no está bien, entonces, ¿por qué está mal? Si su opinión es que está mal, es lo correcto pensar así, pero las opiniones no hacen estándares éticos. Si Usted dice que está mal, sólo porque está mal, entonces, está evitando responder la pregunta. Además, esto significaría que habría un estándar moral fuera de Usted al cuál responder y esto implicaría un Dador de la Ley Moral.
De todas formas, algunos ateos sostienen que el mejor sistema moral es aquel que trae la más grande felicidad, la menos cantidad de sufrimiento y la más grande libertad para tantas personas como se pueda. Este es un buen sentimiento, pero desafortunadamente no funciona. Tomemos como ejemplo la esclavitud. La más grande felicidad para el mayor número de personas significó que una minoría de personas tuviera que sufrir en esclavitud. De esta forma, la más grande cantidad de libertad está asegurada pero sólo para una mayoría. Pero si el ateo dice que está equivocado esclavizar a la minoría para beneficiar a la mayoría, entonces, ¿por qué es equivocado? ¿Por que él lo dice? Si dice que está equivocado porque la minoría está sufriendo, entonces, ¿por qué el sufrir es equivocado? Esto no puede ser placentero; no puede ser correcto. Pero desde el punto de vista de un ateo, ¿por qué es moralmente equivocado oprimir a la minoría para beneficiar a la mayoría? El ateísmo no nos puede ayudar aquí ya que no es su tarea el suministrar respuestas sólidas.
Permítame reiterar diciendo que el ateismo ofrece un sistema moral subjetivo el cual se basa en la experiencia, condiciones y razón humana. Debido a su propia naturaleza, tal evaluación moral es relativa, peligrosa, cambiante, contradictoria en sí y puede llevar a la anarquía. La moral verdadera no es simplemente una colección de conceptos que están de acuerdo entre sí porque ayude a detener a la persona con la pistola para que no se lleve su comida. Hay mucho más y la Biblia nos ofrece ese más.
Nos ofrece un grupo objetivo en cuanto a la moral: no mentir, no robar, no cometer adulterio, no levantar falso testimonio, etc. Estas morales no cambian dependiendo de nuestra opinión, su situación o sus preferencias personales. Están basadas en el carácter de Dios y debido a que Dios no cambia, estos conceptos morales tampoco cambian. Por lo tanto, siempre será equivocado mentir, robar, cometer adulterio y levantar falsos testimonios, pero no es así en la vaciedad moral del ateísmo debido a que esta moral se forma desde el aspecto subjetivo de la persona.
Entonces, si después de una crisis económica un hombre extraño y armado se le acerca en una calle oscura y Usted está llevando comida a su familia, ¿quién quisiera que fuese ese extraño? ¿Un Cristiano que piensa que robar es equivocado y que Dios está mirando? ¿O un ateo que ve una necesidad, le apunta con una pistola y el cual adapta su ética moral sólo a la circunstancia del momento?

El fracaso del ateísmo para explicar la racionalidad

El ateísmo como una visión del mundo está intelectualmente en bancarrota y lleno además de problemas filosóficos.
Sin embargo puedo resumir diciendo que el ateísmo no puede explicar la racionalidad. Usted verá que la lógica está basada en las declaraciones de la verdad universal las cuales llamamos las leyes de la lógica. Por ejemplo, estas leyes son la ley de la identidad, la ley de la no contradicción y la ley del medio excluido. Estas declaraciones de la verdad universal son los argumentos racionales en las que se basan. Si estas leyes adicionales cambian dependiendo de la situación, ubicación, tiempo o las preferencias personales de un individuo, entonces, sin esta base, el razonamiento y la verdad no podrían ser conocidos. Entonces, la verdad dependería de las situaciones y las opiniones personales. Si este fuera el caso, yo podría entonces decir que el azul duerme más rápido que el Miércoles y cualquier otra cosa que diría sería siempre verdad porque soy yo quien lo declaro.
Sin embargo, Usted y yo sabemos que esto no es racional.
Con relación a la visión Cristiana del mundo, las declaraciones de la verdad universal derivan de Dios. Estas declaraciones de la verdad universal, estas leyes de identidad, son por naturaleza conceptuales. ¿Por qué? Porque son declaraciones y como tal, las declaraciones requieren mentes y debido a que la lógica forma parte del proceso de la mente, los fundamentos lógicos sobre los que dependen la racionalidad vienen de la mente y son por naturaleza conceptuales. Si el ateo fuera a decir que los procesos lógicos no son de la mente o que las declaraciones de la verdad, las cuales son los fundamentos de la lógica, no son de la mente, entonces esto vendría de un ser irracional. Después de todo, la verdad es una declaración la cual está de acuerdo con la realidad. Y debido a que la verdad se construye con declaraciones se requiere una mente para que tal clase de declaraciones sean hechas.
Permítamelo aclarar: Si una roca es todo lo que existe en el universo, entonces, es verdad que una roca es lo único que existe. Pero decir que ésta es lo único que existe es una declaración que requiere una mente. Si no hay mentes, y la roca es todo lo que existe, ninguna declaración acerca de la roca se podría hacer. No se podría saber que es la única cosa que existe. Pero las declaraciones de la verdad son conocidas. Por lo tanto, toda clase de declaraciones acerca de la verdad requieren mentes y los absolutos universales, lógicos y declaraciones verdaderas que forman la base del pensamiento racional, requieren una mente para que puedan ser conocidos.
El ateísmo no tiene forma de registrar estas declaraciones de la verdad universal. Los ateos pueden tratar de declarar que las leyes de la lógica están basadas en la mente humana, pero esto no puede ser posible ya que la mente humana es diferente y contradictoria en comparación con otras mentes y debido a que los absolutos lógicos son universalmente verdaderos, estos no pueden ser el producto de la mente humana ya que esta es limitada, no es universalmente verdadera y con frecuencia se contradice entre sí. Si el ateo pretende decir que los absolutos lógicos son simplemente descripciones del universo, entonces, ¿cómo podría un ateo por la sola observación determinar la tercera ley de la lógica y la ley del medio excluido las cuales dicen que las declaraciones son verdaderas o falsas? El ateo no podría determinarlo. Si el ateo pretende decir que los absolutos lógicos son el resultado de procesos químicos en el cerebro, esto tampoco podría resultar porque significaría que la lógica sería alterada por la química del cerebro. Algunos ateos dicen que la lógica es el producto del idioma humano, pero esto no resultaría tampoco debido a que los idiomas son subjetivos y culturalmente variables mientras que la lógica no es variable. Si el ateo dice que la lógica es una propiedad del universo así como el movimiento y la gravedad, el problema que se presenta aquí es que Usted no puede medir las leyes de la lógica como lo hace con el peso, la masa, el calor y el frío.
De esta forma los ateos continuamente tratarán de responder a la cuestión tratando de explicar la racionalidad fundada en las declaraciones de la verdad universal también conocida como los absolutos lógicos. Sin embargo en todos sus intentos y tratos lógicos ellos fracasarán. ¿Por qué? Porque el ateísmo no tiene la sustancia para explicar la racionalidad. Y éste es una deficiencia acerca de la visión del mundo.
De otro lado, el Cristianismo llega al rescate y declara que las declaraciones de la verdad universal reflejan la mente universal. Nosotros, como creación de Dios, podemos reconocerlas debido a que estamos hechos a la imagen de Dios. Donde el Cristianismo suministra una respuesta a este tema tan importante, el ateísmo claramente fracasa para explicarlo.


El fracaso del ateísmo respecto a las soberanía de la vida


Si esto es así, si el hombre está constitutivamente religado, debe preguntarse entonces qué es y cómo es posible el ateísmo.Conviene dejar consignado, desde luego, que un verdadero ateísmo es cosa por demás difícil y sutil. Lo que suele llamarse ateísmo suele consistir, las más de las veces, en actitudes puramente prácticas, y casi siempre en negaciones de cierta idea de Dios: por ejemplo, la contenida en el credo cristiano. Mas la no creencia en el cristianismo y, en general, la no aceptación de una cierta determinada idea de Dios, no es rigurosamente ateísmo simpliciter.Lo que hay que aclarar es qué es lo que hace posible un verdadero ateísmo. 

El ateísmo es así, por lo pronto, problema, y no la situación primaria del hombre. Si el hombre está constitutivamente religado, el problema estará no en descubrir a Dios, sino en la posibilidad de encubrirlo.Para ello hay que recordar que el hombre es persona, en un sentido tan sólo radical; lo es ya, pero no puede ser sino realizando una personalidad. Esta realización se lleva a cabo viviendo. De ahí que en el ser persona está dada la posibilidad ontológica de "olvidar" la religación y, con ello, de perder aparentemente la fundamentalidad de la existencia. Aparentemente, porque esta pérdida es tan sólo el modo como siente la personalidad aquel que se ha perdido en la complejidad de su vida. La personalidad es, en cuanto tal, la máxima simplicidad, pero una simplicidad que se conquista a través de la complicación de la vida. La tragedia de la personalidad está en que, sin vivir, es imposible ser persona; se es persona en la medida en que se vive. Pero cuanto más se vive es más difícil ser persona. El hombre tiene que oponerse a la complicación de su vida para absorberla enérgicamente en la superior simplicidad de la persona. En la medida en que se es incapaz de realizarlo, se es también incapaz de existir como persona realizada. Y en la medida en que se está disuelto en la complicación de la vida, se está próximo a sentirse desligado y a identificar su ser con su vida. La existencia que se siente desligada es una existencia atea, una existencia que no ha llegado al fondo de sí misma. La posibilidad del ateísmo es la posibilidad de sentirse desligado. Y lo que hace posible sentirse desligado es la "suficiencia" de la persona para hacerse a sí mismo oriunda del éxito de sus fuerzas para vivir. El éxito de la vida es el gran creador del ateísmo. La confianza radical, la entrega a sus propias fuerzas para ser y la desligación de todo, son un mismo fenómeno. Sólo un espíritu superior puede conservarse religado en medio del complicado éxito de sus fuerzas para ser.Así desligada, la persona se implanta en sí misma en su vida, y la vida adquiere carácter absolutamente absoluto. Es lo que San Juan llamó, en frase espléndida, la soberbia de la vida. Por ella el hombre se fundamenta en sí mismo. La teología cristiana ha visto siempre en la soberbia el pecado capital entre los capitales, y la forma capital de la soberbia es el ateísmo.La posibilidad más próxima a la persona, en cuanto tal, es la soberbia. En ella el éxito de la vida oculta su propio fundamento, y el hombre se desliga de todo, implantándose en sí mismo. Parodiando a Heráclito, pudiera decirse que Dios gusta esconderse. Y ya la Sagrada Escritura nos recuerda que Dios resiste a los soberbios.De aquí resulta que la forma fundamental del ateísmo es la rebeldía de la vida. ¿Puede llamarse a esto un verdadero ateísmo? Lo es, en cierto modo, en el sentido que acabo de indicar. Pero, en el fondo, tal vez no lo sea. Es más bien la divinización o el endiosamiento de la vida. En realidad, más que negar a Dios, el soberbio afirma que él es Dios, que se basta totalmente a sí mismo. Pero, entonces, no se trata propiamente de negar a Dios, sino de ponerse de acuerdo sobre quién es el que es Dios. Es posible que se diga que hay quien renuncia de tal modo a Dios, que no admite ni el endiosamiento de la vida. Mas, ¿de dónde recibe su fuerza y su posibilidad esta actitud sino de ese omnímodo poder de negar, tras el cual se oculta la omnipotencia misma del negador y de la negación? Negar, en el ateísmo, el endiosamiento de la vida es expeler la vida fuera de sí mismo y quedarse solo, sin su propia vida. No se ha endiosado la vida, pero sí la persona. El ateo, en una u otra forma, hace de sí un Dios. El ateísmo no es posible sin un Dios. El ateísmo sólo es posible en el ámbito de la deidad abierto por la religación. La persona humana, al implantarse en sí misma, lo hace por la fuerza que tiene, y que ella cree que es su ser; inscribe su ser propio en el área de la deidad; testimonio tanto más elocuente de lo que religadamente le hace ser. En su estar desligado el hombre está posibilitado por Dios, está en Él, bajo esa paradójica forma, que consiste en dejarnos estar sin hacemos cuestión de Él, o, como decimos en español, "estar dejados de la mano de Dios". El hombre no puede sentirse más que religado, o, bien, desligado. Por tanto, el hombre es radicalmente religado. Su sentirse desligado es ya estar religado.Por esto no hay más modo de caer en la cuenta de la vanidad, o desfundamentación de la soberbia, que el fracaso de una existencia que se reliega a su puro factum. No me refiero a los fracasos que el hombre puede padecer dentro de su vida, sino a aquel fracaso que, aun no conociendo "fracasos", es "fracaso": el fracaso radical de una vida y de una persona que han intentado sustantivarse. En su hora, la vida fundamentada sobre sí misma aparece internamente desfundamentada, y, por tanto, referida a un fundamento de que se ve privada.No es la angustia cósmica la manera más honda de tropezar con la nada y despertar al ser. Hay otro acontecimiento (llamémoslo así) más radical aún: eso que nos invade cuando, ante la muerte súbita de un ser querido, decimos: "no somos nada". En cambio, sentimos la realidad, el fundamento de la vida, en aquellos casos en que, el que muere, lo hace haciendo suya la muerte misma, aceptándola, como justo coronamiento de su ser, con la fuerza que le viene de aquello a que está religado.Por esto el ateísmo verdadero sólo puede dejar de serlo dejándole que sea verdadero, pero obligándole a serlo hasta sus últimas consecuencias. Sin más, el ateísmo se descubrirá a sí propio siendo ateo en y con Dios. El fracaso que constitutivamente nos acecha asegura siempre la posibilidad de un redescubrimiento de Dios.Esta soberbia de la vida ha revestido formas diversas. El hombre posee una vida; y hay en la vida humana, en cuanto tal, la posibilidad de complacerse exhaustivamente en sí misma. En una u otra forma, esto nos conduciría a un ateísmo oriundo de un peccatum originale (11).

Pero el hombre, además de tener vida, es persona, y tiene, por ello, la máxima posibilidad de implantarse en sí misma. Esto nos llevaría a un ateísmo personal, a un peccatum personale. Pero el hombre tiene además historia, un espíritu objetivo, como lo llamaba Hegel. Junto al pecado original y al personal habría que introducir temáticamente, en la teología, el pecado de los tiempos, el pecado histórico (12). Es el "poder del pecado", como factor teológico de la historia, y creo esencial sugerir que este poder recibe formas concretas, históricas, según los tiempos. El mundo está, en cada época, dotado de peculiares gracias y pecados. No es forzoso que una persona tenga sobre sí el pecado de los tiempos, ni, si lo tiene, es licito que se le impute, por ello, personalmente. Pues bien: yo creo sinceramente que hay un ateísmo de la historia. El tiempo actual es tiempo de ateísmo, es una época soberbia de su propio éxito. El ateísmo afecta hoy, primo et per se, a nuestro tiempo y a nuestro mundo. Los que no somos ateos, somos lo que somos, a despecho de nuestro tiempo, como los ateos de otras épocas lo fueron a despecho del suyo (13).

Nuestra época es rica en ese tipo de vidas, ejemplares por todos conceptos, pero ante las cuales surge siempre un último reparo: "Bueno, ¿y qué?..."; existencias magníficas de espléndida figura, desligadas de todo, errantes y errabundas... Como época, nuestra época es época de desligación y de desfundamentación. Por eso, el problema religioso de hoy no es problema de confesiones, sino el problema religión-irreligión. Y, naturalmente, no podemos olvidar que es también la época de la crisis de la intimidad.Como ésta no puede ser una posición última, el hombre ha ido echando mano de toda suerte de apoyos. Hoy parécele llegado el turno a la filosofía. Desde hace más de dos siglos la filosofía del ateo se ha convertido en religión de su vida. Y estamos hoy medio convenciéndonos de que la filosofía es esto. No he logrado aún compartir esta opinión. Es posible que el hombre eche mano de la filosofía para poder vivir; es posible que la filosofía sea hasta una héxis de la inteligencia; pero es cosa muy distinta creer que la filosofía consista en ser un modo de vida. En el fondo de gran parte de la filosofía actual yace un subrepticio endiosamiento de la existencia (14).

Probablemente, es necesario apurar aún más la experiencia. Llegará seguramente la hora en que el hombre, en su íntimo y radical fracaso, despierte como de un sueño encontrándose en Dios y cayendo en la cuenta de que en su ateísmo no ha hecho sino estar en Dios. Entonces se encontrará religado a Él, no precisamente para huir del mundo, de los demás y de sí mismo, sino al revés, para poder aguantar y sostenerse en el ser. Dios no se manifiesta primariamente como negación, sino como fundamentación, como lo que hace posible existir. La religación es la posibilitación de la existencia en cuanto tal.

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