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El vuelo del abejorro revela una optimización a múltiples niveles

 
Hay una revolución biológica en marcha. La tecnología ha permitido a los biólogos de campo seguir animales individuales tan pequeños como los insectos, lo que ha permitido por primera vez a los científicos conseguir datos en tiempo real de sus comportamientos a lo largo de toda su vida. Un equipo que emplea esta tecnología dice lo siguiente en PLOS ONE:

Unos recientes avances en la tecnología del seguimiento de animales han puesto al alcance el objetivo de seguir cada movimiento de animales individuales a lo largo de toda su vida. El potencial de estos seguimientos de por vida para ampliar nuestra comprensión de la conducta animal se ha comparado con el de la consecución del secuenciado del ADN, pero este campo sigue en su infancia. [Énfasis añadido.]

Si el lector ha visto el documental en inglés Flight: The Genius of Birds [El vuelo: El genio de las aves], recordará cómo unos diminutos geolocalizadores permitieron al equipo de Carsten Egevang seguir las rutas de vuelo de polo a polo de los charranes o gaviotines árticos de un año al siguiente. También hemos informado de estudios subsiguientes usando geolocalizadores con reinitas rayadas, fregatas, e incluso escarabajos florícolas gigantes. Ahora, un equipo de la Universidad Queen Mary de Londres ha puesto antenas de radar en cabezas de abejorros, con lo que pueden seguir la conducta de estos importantes polinizadores durante todo su ciclo de vida. El dispositivo se ve así:


Esta investigación añade a trabajos anteriores y más limitados. Los equipos anteriores usaron radar armónico para seguir los vuelos iniciales de los abejorros. Esta es la primera vez que se usa esta tecnología para seguir los vuelos de cuatro abejorros (Bombus terrestris) durante todo su ciclo de vida, a lo largo de 6-15 días, hasta la pérdida de contacto.

Los estudios descritos más arriba revelaron mucha información sobre la estructura de los vuelos de exploración y de recolección de alimento, pero suscitan diversos interrogantes clave que todavía no han recibido respuesta. El cambio en la estructura de los vuelos de los abejorros inexperimentados a experimentados, ¿sucede de manera gradual, o se da una transición repentina? ¿Dónde y cómo descubren los abejorros las fuentes de alimentos que luego proceden a aprovechar? Ningún estudio anterior ha podido seguir la actividad de insectos individuales a través de toda su ciclo de vida, o ni siquiera durante una porción significativa de su vida, lo que hacía imposible abordar estas cuestiones.

En un sumario en PhysOrg se puede ver el dispositivo que los abejorros de estudio llevan en la cabeza. Siempre habrá algunas dudas acerca de las mediciones conseguidas de esta manera. ¿Será que el dispositivo de que son portadores alteran la conducta normal de los abejorros? ¿Recibieron un trato diferente por parte de otros abejorros debido a su extraña apariencia? Los científicos reconocieron otras limitaciones del estudio, con el hecho de que las observaciones fueran realizadas en secuencia, cuando se abrían diferentes flores, y el empleo de individuos de diferentes colonias en diferentes emplazamientos bajo diferentes condiciones climáticas. Sin embargo, llegaron a algunas conclusiones provisionales basándose en 15.000 minutos de datos a partir de 244 vuelos que cubrieron 180 kilómetros.

Woodgate et al. Quedaron sorprendidos al encontrar más individuos de los esperados. «Uno de los resultados más sorprendentes que se desprendieron de estos datos es la gran extensión en que nuestros abejorros diferían entre sí», escriben. Los abejorros no eran como diminutos robots que seguían una estrategia de vuelo predeterminada. Cada uno repartía su tiempo de manera diferente entre la exploración de nuevas fuentes de alimentos y el aprovechamiento de fuentes conocidas de alimentos. Un abejorro resultó ser «un vagabundo de por vida», que nunca se establecía en ningún emplazamiento favorito. Otra, en cambio, emprendió dedicar la mayor parte de su energía a emplazamientos de alto rendimiento. En conjunto, los polinizadores parecían equilibrar su tiempo entre aprovechamiento y exploración. Es una estrategia inteligente, según dice Woodgate en el artículo aparecido en PhysOrg:

«Este estudio proporcionó una mirada sin precedentes a dónde volaban los abejorros, cómo su conducta cambiaba al ir adquiriendo experiencia, y cómo equilibraban la necesidad de explorar sus alrededores –buscando buenas masas de flores– con el deseo de recolectar tanto alimento como fuera posible en los lugares que ya habían descubierto.»

Los abejorros realizaron de 3 a 15 vuelos diarios, dependiendo de la distancia y de la calidad de los recursos. En general, los vuelos de exploración se realizan los primeros pocos días. Es entonces que descubren la mayor parte de los alimentos a los que regresarán con mayor frecuencia. Pero realizarán vuelos exploratorios adicionales en cualquier momento. Los mapas mediante radar de sus rutas de vuelo muestran que se da una extensa exploración de sus alrededores en todas direcciones, lo que implica una sustancial capacidad cerebral para memoria, orientación y estrategia para navegar por grandes áreas y poder encontrar el camino de vuelta a su hogar.

Futuras investigaciones con mayores cantidades de abejorros, seguidos de manera simultánea, añadirán sin duda al conocimiento acerca de sus conductas. Por ahora, parece que las colonias de abejorros están programadas para usar algoritmos de optimización – lo que es un indicador de un diseño inteligente codificado en sus cerebros. Esos algoritmos funcionan tanto a nivel individual como colectivo. La variabilidad conduce a algunos individuos a traer mucho alimento procedente de fuentes fiables, y a otros a explorar el medio en busca de fuentes nuevas y posiblemente mejores.

Aunque se espera que unos individuos escogidos aleatoriamente tenderán a exhibir variación en su conducta, la extensión de las diferencias interindividuales que observamos en la conducta del vuelo es espectacular. Esas diferencias parecen persistir a lo largo de todo el ciclo de aprovechamiento de los recursos por parte de los abejorros, y con probabilidad llevarán a altos niveles de variación en la contribución que los diferentes individuos hacen respecto del aprovisionamiento de la colonia.

Una perspectiva instrumental de la optimización de las abejas

Hemos considerado la conducta de vuelo durante el ciclo de vida de estos asombrosos voladores. Otro artículo explora el equipo de vuelo con mayor detalle. La revista eLife comunica nuevos descubrimientos acerca de cómo las abejas meliferas (Apis mellifera) posicionan sus antenas durante el vuelo. Las antenas son unos dispositivos bien conocidos como órganos olfativos y táctiles. Durante el vuelo, realizan funciones adicionales como velocímetros y medidores de distancias. Unos experimentos en túneles de viento mostraron que las abejas melíferas posicionan sus antenas hacia delante o atrás durante el vuelo para medir la velocidad, la distancia y las fuentes odoríferas:

Para investigar cómo las abejas melíferas usan diferentes tipos de información sensorial para posicionar sus antenas durante el vuelo, Roy Khurana y Sane dispusieron primero unas abejas en vuelo y libre y otras aseguradas en un túnel de viento. El vuelo hacia delante hace que el aire fluya de adelante a atrás de la abeja. Los experimentos revelaron que una abeja coloca sus antenas hacia delante y las mantiene en una posición específica que depende de la velocidad del flujo de aire. Al ir la abeja volando hacia delante con mayor velocidad (o al ir incrementando el flujo de aire), las antenas se posicionan más adelante.

Roy Khurana y Sane investigaron luego cómo el movimiento de imágenes a través de los ojos del insecto lleva a que sus antenas cambien de posición. Esto reveló de manera inesperada que al mover imágenes a través del ojo de delante a atrás, que simula lo que ven las abejas cuando vuelan hacia delante, lleva a las abejas a mover sus antenas hacia atrás. Sin embargo, la exposición de las abejas a la vez al flujo frontal de aire y al movimiento de las imágenes de delante a atrás, como se experimenta normalmente durante el vuelo hacia delante, hizo que las abejas mantuvieran sus antenas en una posición fija. Esta conducta resulta de las respuestas opuestas de las antenas a los dos estímulos.

Este parece ser otro problema de optimización resuelto en las abejas, porque la entrada mecano-sensorial procedente de las antenas puede anular el sentido visual:

Cuando se vuela en medio de condiciones impredecibles, las indicaciones sensoriales de una sola modalidad son a menudo mediciones no fiables de los parámetros del medio ambiente. Por ejemplo, unas mediciones basadas puramente en el flujo óptico debido al movimiento propio pueden ser engañosos para insectos que experimenten un desplazamiento lateral cuando vuelan en un viento de costado. Además, apoyarse en un flujo óptico puede ser problemático bajo una luz tenue o con un cielo cubierto, o cuando se vuela sobre lagos o desiertos que presentan escasas indicaciones visuales. En tales situaciones, la toma de muestras de múltiples indicaciones sensoriales reduce la ambigüedad que surge de la variabilidad en la retroalimentación de modalidades únicas (Wehner, 2003; Sherman y Dickinson, 2004; Wasserman et al., 2015). Por lo tanto, la integración de indicaciones sensoriales multimodales es esencial para la mayoría de conductas locomotoras naturales, incluyendo las maniobras de vuelo de los insectos (Willis y Arbas, 1991; Frye et al., 2003; Verspui y Gray, 2009).

Los investigadores descubrieron que la posición de la antena forma parte de esta «integración sensorial multimodal» que maximiza la información útil procedente de múltiples fuentes, a menudo antagonistas. Es como un piloto entrenado en IFR (siglas en inglés de Reglas de Vuelo Instrumental) que aprende a confiar en sus instrumentos en lugar de sus ojos, cuando los datos sensoriales parecen entrar en conflicto.

En combinación con el sentido eléctrico de las abejas, esos polinizadores de flores y cultivos son unos diminutos pero asombrosos animales. En ninguno de los artículos se explica cómo pudieran haber evolucionado ninguna de estas capacidades. El segundo artículo, sobre el posicionado de las antenas, sólo menciona de pasada «la importancia evolutiva de su función», porque el vuelo resulta afectado negativamente cuando están rotas. No hay procesos ciegos que produzcan tales maravillas.

Crédito de las fotografías: Superior: Bernie (Trabajo propio) [Dominio público], vía Wikimedia Commons. Inferior: © Joseph Woodgate, Universidad Queen Mary de Londres, via EurekAlert.
19:05

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