El termómetro mide la temperatura, y el barómetro mide la presión del
aire. ¿Cómo lo hacen? Cada dispositivo es esencialmente un transductor sensorial con un mecanismo que lo capacita para
detectar un fenómeno físico y convertirlo en información útil. El cuerpo tiene
también transductores sensoriales que usa para detectar fenómenos físicos y
saber qué sucede tanto en su interior como en su exterior. El oído es la
sensación que experimentamos cuando unas moléculas vibratorias dentro de un
medio, generalmente el aire (pero algunas veces el agua), general ondas
mecánicas dentro de una gama específica de frecuencias y entran en nuestros
oídos.
El sentido común enseña que sin este sentido especial, nuestros más
antiguos antecesores no hubieran podido sobrevivir. Los biólogos evolutivos
afirman que unos mecanismos auditivos parecidos en otras formas de vida
demuestran que fue fácil que la casualidad y las leyes de la naturaleza, por sí
solas, inventasen el oído. Pero, al igual que el desarrollo de diversas
invenciones y tecnologías, toda la experiencia nos enseña que el diseño
inteligente es una explicación mucho más verosímil. Los darwinistas minimizan la
necesidad de la presencia de todas las partes del oído para que pueda oír lo
suficientemente bien para la supervivencia humana. También omiten tener en
cuenta cómo nuestro cerebro convierte lo que recibe mediante los oídos a lo que
experimentamos como sonido.
Lo cierto es que el oído es un misterio que nadie comprende, ni
siquiera los biólogos evolutivos. Nadie realmente comprende cómo podemos oír,
de modo que nadie debería pretender que comprende cómo el oído y la capacidad
de oír llegaron a existir. Pero esto no impide a los darwinistas mantener sus
pretensiones. Contemplemos cómo está compuesto el oído, cómo funciona, y qué
recibe el cerebro del oído, para luego convertirlo en la sensación que llamamos
audición.
Las ondas sonoras son oscilaciones, el movimiento alternativo, en un
sentido a otro, de las moléculas dentro de un medio, como el aire. Esas vibraciones
se transmiten a moléculas adyacentes y se extienden en todas direcciones. El
sonido no se debe al movimiento lineal del aire —esto se conoce como viento. Además, ya que un vacío no tiene
moléculas de aire, no puede transmitir sonido, porque no hay moléculas de aire
en el mismo para que vibren. La naturaleza física de las ondas sonoras es que
las partículas de aire alternan entre estar empaquetadas juntas en áreas de
alta concentración, llamadas compresiones,
y extendidas en áreas de baja concentración, llamadas rarefacciones. Esas compresiones y rarefacciones de las moléculas
de aire forman ondas de presión longitudinales que, dependiendo de la clase de
sonido y la energía empleada para generarlas, tienen amplitud, longitud de onda
y frecuencia. Las ondas sonoras se transmiten a alrededor de 330 m/s, y como la
luz viaja a 300.000 km/s, esto significa que la luz es literalmente alrededor
de un millón de veces más veloz que el sonido.
El oído humano es un órgano sensorial muy complejo, en el que todas
sus partes funcionan conjuntamente para producir y transmitir ondas mecánicas
de moléculas oscilantes a su cóclea, o caracol. Aunque es en la cóclea que se
original los impulsos nerviosos para la audición, las otras partes del oído
desempeñan unas importantes funciones que dan soporte a la función de la
cóclea. El oído puede dividirse en tres regiones: el oído externo, el oído
medio, y el oído interno.
El oído externo se compone del pabellón auricular (o pinna), el canal
auditivo y el tímpano. El pabellón auricular actúa como una antena parabólica,
y recoge las ondas sonoras y las canaliza oído abajo por el canal auditivo y
hacia el tímpano. El pabellón auricular está hecho de un cartílago flexible y
es importante para localizar la procedencia de diferentes sonidos. El canal
auditivo produce cera, que proporciona lubricación a la vez que protege al
tímpano de polvo, suciedad y microbios e insectos invasores. Las células que
recubren el canal auditivo se forman cerca del tímpano, y migran naturalmente
hacia el exterior, a la entrada del canal auditivo, llevando consigo la cera superpuesta
del oído, y son expulsadas del oído. Esto proporciona un mecanismo natural para
la eliminación de la cera. Las ondas sonoras penetran por una apertura en el
cráneo llamado el conducto auditivo
externo. Se desplazan de forma natural descendiendo por el canal auditivo,
e inciden sobre el tímpano. El tímpano es una membrana muy delgada de forma
cónica que responde a las ondas sonoras vibrando hasta una extensión
determinada por la amplitud, longitud de onda y frecuencia de las mismas.
Representa el final del oído externo y el comienzo del oído medio.
El oído medio es una cámara cerrada llena de aire, en la que la
presión del aire a cada lado del tímpano tiene que ser igual para permitir un rendimiento
adecuado, lo que da la medida de la facilidad con que el tímpano se moverá
cuando sea estimulado por las ondas sonoras. El aire en el oído medio tiende a
ser absorbido por el tejido colindante, lo que, si no se corrige, puede llevar
a un efecto de vacío, lo que reduciría el rendimiento del tímpano, y por ello a
una deficiencia de la audición. El tubo auditivo en el oído medio conecta con
la parte posterior de la nariz y de la faringe. La acción muscular de tragar,
bostezar o masticar hace abrir el tubo auditivo, lo que permite la entrada del
aire ambiental al oído medio, sustituyendo el que haya sido absorbido y
ecualizando la presión del aire a ambos lados del tímpano. Cualquiera que haya
volado en avión ha experimentado este efecto de vacío cuando el avión
desciende, y ha sentido su resolución cuando un sonido como de descorche en el
oído hace comprender que el aire ha entrado al oído medio a través del tubo
auditivo.
El oído medio contiene los tres huesos más pequeños del cuerpo, los osículos, que incluyen el martillo, el
yunque y el estribo. La función de esos osículos es transmitir de manera
eficiente las vibraciones del tímpano al oído interno que aloja la cóclea. Esto
se consigue al estar el martillo unido al tímpano y al yunque, el yunque al
martillo y al estribo, y el estribo al yunque y a la ventana oval de la cóclea.
La cóclea se compone de tres cámaras arrolladas interrelacionadas y
llenas de fluido que se tuercen juntas en espiral por unas dos vueltas y media,
de modo parecido a una concha de caracol. Dentro de la cóclea se encuentra el órgano de Corti, el receptor sensorial
que convierte las ondas mecánicas en impulsos nerviosos. Las vibraciones,
iniciadas por ondas sonoras que inciden en el tímpano y que son transmitidas
por los osículos en el oído medio a la ventana oval de la cóclea, producen
ahora ondas en el fluido en su interior. El órgano de Corti contiene alrededor
de 20.000 células ciliadas (neuronas) que cubren la longtud de la cóclea en
espiral y que, cuando son estimuladas por esas ondas en el fluido, que las
hacen doblarse y despolarizarse, envían impulso al cerebro a través del nervio
auditivo. Las frecuencias más altas causan más movimiento en un extremo del
órgano de Corti, mientras que frecuencias más bajas causan más movimiento en el
otro extremo. Las neuronas cocleares específicas que dan servicio a células
ciliares específicas a lo largo del órgano de Corti responden a frecuencias sonoras
específicas que, cuando son luego enviadas a la corteza, son procesadas,
integradas y luego interpretadas como sonidos.
La manera en que el cerebro puede realizar esta proeza no se comprende todavía
del todo.
Los biólogos evolutivos, usando su bien desarrollada imaginación, se
manifiestan acerca de cómo todas las partes del oído tuvieron que aparecer
conjuntamente sólo por azar y las leyes naturales. Sin embargo, y como suele
suceder, sólo intentan explicar las apariencias de la vida, y no cómo realmente
funciona para sobrevivir bajo las leyes de la naturaleza. Además del desarrollo
de todos sus componentes perfectamente integrados, nunca mencionan en problema
que afronta el oído cuando se trata de transmitir las vibraciones del tímpano
al órgano de Corti con suficiente presión para permitir que haya una capacidad
auditiva adecuada.
Es mucho más fácil desplazarse por el aire que por el agua. Ello se
debe a la mayor densidad del agua. Esto significa que las ondas sonoras en el
aire tienen mucho más fácil desplazarse desde el tímpano a través del oído
medio que para la ventana oval impulsar ondas de fluido a través de la cóclea.
Sin alguna forma de innovación, esta diferencia en la densidad aire/agua
reduciría de tal manera la amplitud de las ondas en el fluido en la cóclea que
la capacidad auditiva de nuestros más primitivos antepasados habría estado
gravemente comprometida, y, con ello, su capacidad de supervivencia.
Así, ¿qué novedad de ingeniería desarrollaron nuestros oídos para que
pudieran transmitir ondas sonoras a través del oído externo y medio al fluido en
la cóclea con suficiente amplitud para permitir una audición adecuada? Es
importante recordar que F = PA, Fuerza es igual a la Presión multiplicada por
el Área. Esto significa que con una fuerza dada, la presión sobre una
superficie determinada está relacionada inversamente con su área. Si el área
disminuye, la presión sobre la superficie aumenta, y si el área aumenta, la
presión disminuye.
Sucede precisamente que el área de la membrana del tímpano es
alrededor veinte veces mayor que la de la ventana oval. Esto significa que la
fuerza generada por las vibraciones procedentes del tímpano a través de los
osículos a la ventana oval aumenta veinte veces sobre el fluido de la cóclea.
Fue esta ventaja mecánica de sus mayores tímpanos que transmitían las
vibraciones a través de sus osículos a las más pequeñas ventanas ovales de sus
cócleas lo que permitió que los oídos de nuestros más primitivos antepasados
tuvieran una capacidad auditiva adecuada, para poder sobrevivir en el mundo de
los sonidos.
Los biólogos evolutivos parecen totalmente desconocedores de que el órgano
del oído está formado por componentes constituidos en un todo de complejidad irreducible, sino que ha
funcionado lo suficientemente bien de manera que nuestros más antiguos
antepasados podían oír lo suficientemente bien para sobrevivir, de modo que
debieron tener una capacidad natural de
supervivencia. Cuando se trata de las leyes de la naturaleza, los números reales tienen consecuencias
reales.
Pero, además de la cóclea, hay otro transductor sensorial muy importante
dentro del oído interior. La próxima vez examinaremos la función vestibular, y
cómo permitió que nuestros más antiguos antepasados pudieran mantener el
equilibrio.
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