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El ojo humano con una resolución a nanoescala, más complejo de lo que se pensaba


La Sociedad de Óptica de América comienza con artículo refutando una pretendida deficiencia en el diseño del ojo:

El ojo humano es un pasmoso instrumento que puede distinguir de manera precisa entre las diferencias más mínimas y sutiles de color. Donde la visión humana sobresale en un área, parece quedar corta en otras, como en la percepción de minúsculos detalles, debido a las limitaciones naturales de la óptica humana.

En un artículo publicado en la revista Optica, de la Sociedad de Óptica, un equipo de investigación de la Universidad de Stuttgart, Alemania, y de la Universidad del Este de Finlandia, Joensuu, Finlandia, ha aprovechado las grandes capacidades de detección de color del ojo humano para dar al ojo la capacidad de distinguir entre objetos que difieren en grosor en solamente unos pocos nanómetros — algo como el grosor de una membrana de una célula o de un virus individual.

Esta capacidad recién descubierta del ojo sin ayudas puede ser incluso mejor que la de dispositivos ópticos construidos para medir esas diferencias:

Esta capacidad para ir más allá del límite de difracción del ojo humano quedó demostrada al enseñar a un pequeño grupo de voluntarios a identificar las diferencias de color extraordinariamente sutiles de la luz que atraviesa unas finas películas de dióxido de titanio bajo unas condiciones sumamente controladas y precisas de iluminación. El resultado fue una serie extraordinariamente consistente de ensayos que revelaron un potencial hasta ahora no aprovechado, y que rivaliza con sofisticados instrumentos ópticos que pueden medir esos diminutos grosores, como la elipsometría.

«Pudimos demostrar que el ojo humano desnudo puede determinar el grosor de una película fina —materiales de sólo unos pocos nanómetros de grosor— simplemente observando el color que presenta bajo condiciones específicas de iluminación», dice Sandy Peterhänsel, de la Universidad de Stuttgart, Alemania, y autora principal del artículo. El experimento mismo fue realizado en la Universidad del Este de Finlandia.

Todos hemos observado los patrones de colores en movimiento en las pompas de jabón. Esos son ejemplos de efectos de interferencia entre capas de películas finas. Sabiendo que algunos expertos tenían una capacidad para una correcta estimación del grosor de esas películas, los investigadores se sintieron inspirados «a poner a prueba los límites de la visión humana para ver hasta qué grado se podía detectar una pequeña variación bajo condiciones ideales». Ópticamente, «la capacidad de resolución espacial del ojo humano es de órdenes de magnitud demasiado débil para caracterizar directamente el grosor de las películas», dicen, pero la percepción visual de sutiles diferencias de color proporciona un medio indirecto para alcanzar una resolución a nanoescala.

¿Cómo se comportaron los participantes en el experimento? Algunos pudieron dar respuestas en uno o dos minutos de observación, y consiguieron resultados dentro de 1 a 3 nanómetros de las mediciones realizadas por instrumentos técnicos.

Este nivel de precisión va mucho más allá de la visión humana normal.

En comparación con los métodos automáticos tradicionales para determinar el grosor de una película fina, que pueden tomar de cinco a diez minutos por muestra según los métodos empleados, el comportamiento del ojo humano se compara muy favorablemente.

Los investigadores no esperan sustituir los instrumentos con seres humanos; para empezar, los ojos pueden cansarse con facilidad. Pero un técnico bien formado podría dar una indicación rápida mucho más rápidamente que una máquina.

El artículo acaba elogiando el ojo y otros sentidos humanos:

«La intención de nuestro estudio no fue nunca comparar la visión humana del color con métodos mucho más sofisticados», observa Peterhänsel. «La principal motivación de nuestra investigación fue encontrar cuán preciso puede ser este método».

Los investigadores especulan que puede ser posible detectar variaciones aún más sutiles si se imponen otros factores de control. «La gente a menudo subestima los sentidos humanos y su utilidad en ingeniería y ciencia. Este experimento demuestra que nuestra visión nativa natural puede realizar tareas excepcionales que normalmente sólo asignaríamos a máquinas caras y sofisticadas», concluye Peterhänsel.

Y no se mencionaba nada sobre ninguna evolución.

Una vez más, la observación y la experimentación refuta el bulo de que el ojo humano está mal diseñado. Cada uno de sus componentes, desde el conducto lagrimal hasta el centro de la visión en el cerebro, son increíblemente sofisticados; los investigadores que penetran en estos temas se quedan pasmados. Para más sobre el tema, véase el reciente artículo de Randy Guliuzza en ICR acerca de sencillamente el frente del ojo. Observen el diagrama. Ya antes de llegar a la lente, el diseño lleva al pasmo.

Un evolucionista tendría que responder que este «excepcional» rasgo que acabamos de describir, y que satisface o excede a las especificaciones de nuestros «sofisticados instrumentos», apareció meramente para la supervivencia mediante una larga cadena de pequeños accidentes. Pero, ¿es acaso necesario detectar el grosor de las lágrimas en el blanco de los ojos de un predador dentro del margen de unos pocos nanómetros para poder sobrevivir? Esta explicación es evidentemente inaceptable. Es preciso abandonar el materialismo especulativo y aceptar la realidad del todo sabio Dios creador, patente en sus obras.

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