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Tu primera bocanada de aire fue irreduciblemente compleja


Cuando saliste del vientre de tu madre, fueron muchos los cambios que tuvieron que realizarse de una manera precisa.

La primera bocanada de aire del bebé: es un momento inolvidable que todo padre recuerda. Cada uno de nosotros pasamos por esta transición desde el interior del vientre para entrar en el mundo exterior. Pero cuando se piensa en esto, tenemos un cambio radical; es mucho más que sencillamente salir de un canal de parto. Exige pasar de un ser no respirador dentro de un medio líquido a un ser que respira aire en una atmósfera con oxígeno — en un instante, usando los pulmones por primera vez, que se han estado desarrollando en un mundo alimentado en el seno de un líquido. Hace unos pocos años que Randy Guliuzza, MD, dejó atónitos a los lectores en un artículo de ICR acerca de todos los cambios que tienen que tener lugar en aquel momento:

Para un bebé en el vientre, casi todo acerca de aquellas funciones vitales es precisamente lo contrario por una importante razón: el bebé desarrolla unos pulmones totalmente funcionales que están todavía inactivos para el intercambio de oxígeno. Por consiguiente, para que un bebé sobreviva, tienen que existir tres diferencias estructurales fundamentales que posibiliten la vida en su hogar temporal.

Primero, el bebé ha de tener un pulmón sustituto — un requisito muy exigente incluso para ingenieros biomédicos brillantes. La placenta, un órgano extraordinario, tiene una breve existencia, pero cumple una miríada de funciones vitales — especialmente como pulmón y riñón fetal. Segundo, el circuito a los pulmones tiene que ser evitado, de modo que los vasos han de cambiar para permitir esta desviación temporal. (Una nueva ruta que realiza un rodeo alrededor de un circuito se llama un shunt o derivación). Tercero, los vasos sanguíneos deben conectar no solamente la placenta al bebé, sino también por dentro desde el punto de unión a los vasos normales que llevan al corazón y llegan del mismo. El cordón umbilical cumple las funciones de la conexión placenta-bebé, con una vena de gran diámetro y dos arterias más pequeñas. En el interior del bebé, las mismas continúan como la vena umbilical y las arterias umbilicales. (Itálicas en el original)

Guliuzza prosigue describiendo cómo esas estructuras y funciones se reorganizan en el momento del nacimiento. «Menos de un minuto después del nacimiento, señales procedentes del sistema nervioso del bebé causan que unos potentes músculos esfínteres cierren la vena umbilical donde se une cerca del hígado, y cierran también la derivación temporal arteria pulmonar-aorta». dice. «(Aquel gran vaso se cierra permanentemente durante el espacio de uno o dos días.)»

Un nuevo artículo en PNAS añade a la maravilla de este maravilloso cambio. Un equipo de investigadores principalmente franceses descubrió el papel de dos proteínas en la ruta señalizadora que cierra este shunt de sangre desde el cordón umbilical al sistema pulmonar propio del bebé:

La transición a la respiración pulmonar después del nacimiento exige unas rápidas alteraciones en la estructura del sistema cardiovascular de los mamíferos. Un cambio espectacular que ocurre es el cierre del ducto arterioso (DA), una conexión arterial en el feto que aleja la sangre de la circulación pulmonar. Dos miembros de la familia TGFβ, la proteína morfogenética ósea 9 (BMP9) y la BMP10, han sido recientemente identificadas en la angiogénesis postnatal, siendo ambas necesarias para el remodelado de las capas microvasculares de nueva formación.

Si ausentes o mutadas, como se descubrió en experimentos con ratones, esas proteínas (BMP9 y BMP10), fallan en cerrar el ducto DA, lo que lleva a una crisis fisiológica o a la muerte. Además, esas proteínas están reguladas por ocho genes en el cromosoma 2. Aunque aparentemente no están involucradas en el cierre funcional inicial del DA, son importantes para el cierre anatómico que se completa en el plazo de 24 horas. El fallo en esta etapa es una causa principal de muerte en nacimientos prematuros, pero es raro en nacimientos normales, indican los investigadores. Involucra un «profundo remodelado de células dentro del antiguo lúmen del DA» según la cascada de señalización moviliza células epiteliales, nuevos vasos sanguíneos y otros tejidos en un rápido programa de reconstrucción que tiene que resistir toda la vida del recién nacido, potencialmente 100 años o más.

Los autores no realizan ningún intento de explicar cómo evolucionó este sistema. En realidad, ¿cómo podrían? Como la selección natural depende de la reproducción, un fallo en cualquier componente de esta compleja transición impediría que el recién nacido transmitiera ningunas mutaciones beneficiosas (si recibiera alguna por azar) a la siguiente generación. Este sistema resulta irreduciblemente complejo, porque todas las partes son necesarias en el momento del nacimiento, y no podrían haberse acumulado de manera gradual.

¿Pides evidencia de una creación? Mírate en el espejo. Al nacer, tu diminuto cuerpo experimentó un rápido programa de reconstrucción sin que tú tuvieras que pensar en nada de ello, y sin que tus padres tuvieran que pensar en intervenir. Luego creciste hasta llegar a ser un grado de magnitud mayor en tamaño, y este sistema circulatorio reconstruido creció contigo sin ningún perjuicio. Esta es una de los miles de maravillas en tu propio cuerpo que desafía a la evolución. La lectura del artículo de Guliuzza junto con el nuevo descubrimiento difundido en PNAS que hemos reseñado tiene que llevar a la actitud correcta: glorificar a Dios, y ser agradecido (Romanos 1:18–21).

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