Está
en las vibraciones:
Los científicos en la Universidad de Michigan han usado pulsos extremadamente
breves de luz para estudiar vibraciones moleculares que potencian la capacidad
recolectora de luz en los cloroplastos de las plantas —específicamente en el
complejo antena conocido como Fotosistema II que hace el «trabajo duro» de la
fotosíntesis. Las enzimas en este complejo despiden electrones de moléculas
como el primer paso en la transferencia de energía. Science
Daily dice que la irradiación de hojas de espinacas en una licuadora con
pulsos ultracortos reveló estas vibraciones que tienen lugar más rápidamente
que una centésima de una mil millonésima de un parpadeo del ojo.
Mediante la fotosíntesis, las plantas y
algunas bacterias transforman la luz del sol, el agua y el dióxido de carbono
en alimento para ellas mismas y en oxígeno para que los animales respiren. Es quizá el proceso bioquímico más
importante de la Tierra, y los científicos siguen sin comprender del todo cómo
opera.
Los
investigadores comparaban las vibraciones con la actividad de una cadena humana
que va pasándose cubos de agua. Cuando todos los operarios están sincronizados,
se puede transferir la máxima cantidad de agua. Con este conocimiento, los
investigadores abrigan la esperanza de realizar la retroingeniería de la
fotosíntesis, «para diseñar materiales con
una apropiada estructura vibratoria y electrónica para imitar este proceso sumamente eficiente de
separación de cargas».
Está
en las trampas:
Investigadores en la Universidad Estatal de Arizona también irradiaron el
Fotosistema II con pulsos de luz y descubrieron que las enzimas se abren y
atrapan moléculas de agua durante la transferencia de energía, según Science
Daily. Para observar esto en acción, tuvieron que usar pulsos luminosos con
una duración de sólo una milésima de billonésima de segundo (un femtosegundo, 10–15
seg.). Observando la respuesta, vieron que la enzima se elongaba admitiendo la entrada
de agua. «Este es un paso fundamental hacia el objetivo de realizar una
película de la máquina molecular
responsable de la fotosíntesis, el proceso mediante el que las plantas
producen el oxígeno que respiramos, a partir de luz solar y agua», dice uno de
los investigadores. Como el equipo en Michigan, los de Arizona buscan aplicar
lo que aprenden para mejorar fotocélulas.
Está
en el mantenimiento:
Otro artículo acerca del Fotosistema II en PhysOrg habla
del sistema de control de calidad en la maquinaria. En las profundidades de las
membranas tilacoides que constituyen las granas de los cloroplastos se
encuentran enzimas especializadas que pueden eliminar receptores dañados por
luz intensa, y sustituirlos por piezas recién sintetizadas. Investigadores en
la Universidad de Okoyama en Japón descubrieron que las granas quedan
«desapiladas» para que las proteasas FtsH entren en el lugar dañado y procedan
a reparar. «Este sistema de mantenimiento consigue que la actividad
fotosintética quede bajo un estrés ligero».
Cuando los que estamos en
nuestros sesenta años íbamos a la escuela, la fotosíntesis era una «caja negra»
que se comprendía sólo de manera sumamente burda. Unos fotones entraban en la
caja negra, y salía azúcar. Durante las últimas pocas décadas de
investigaciones han estado saliendo a la luz sólo las grandes líneas
esquemáticas del proceso. ¿Quién hubiera dicho que hay un control de calidad,
una vibración sincronizada, y piezas en movimiento? Esto es diseño inteligente
a escala cuántica. Pero el segundo artículo hace esta infundada declaración:
«La Tierra primitiva no contenía oxígeno, y fue convertida a la atmósfera rica
en oxígeno que tenemos hoy hace 2,5 mil millones de años por la “invención” del
proceso disociador del agua en el Fotosistema II (PSII)». Ningún científico ha
experimentado un millar de años, y mucho menos 2,5 mil millones de años. Por
cierto, digan, ¿quién «inventó» esta elegante máquina molecular? ¿La selección
natural? El azar no hace tales cosas, ni ninguna selección carente de dirección
ni finalidad. No puede ni empezar. Más vale dejar esas cargas de imposibilidad
y reconocer que sólo una acción dirigida por un plan preconcebido puede llevar
a tal dispositivo. El materialismo gusta de hacer declaraciones dogmáticas,
pero la vida da testimonio de un Creador trascendente y de una sabiduría que no
podemos alcanzar.
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