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Insectos que desafían a Charles Darwin

La estasis y la convergencia no son lo que Darwin tenía en mente, pero esto es lo que aparece en nuevos fósiles.

Imitación en el jurásico de mariposas Cethosia, o de alas de encajePhysOrg comunica el descubrimiento de una semejanza de mariposa de alas de encaje (Cethosia) en el Mesozoico profundo. Estos bien conservados fósiles procedentes de Kazakhstan y China datan de 50 a 60 millones de años antes de la llegada de las mariposas, pero esos miembros del Orden Neuroptera tienen afinidades sorprendentes con el Orden Lepidoptera (mariposas y polillas), incluyendo una larga probóscide tubular para alimentarse con néctar, escamas en las alas y unos destacados ocelos en las alas que se parecen a los de la mariposa búho. Los detalles, con fotografías, aparecen en un artículo de acceso público en Proceedings of the Royal Society B. El fósil está tan bien preservado que los investigadores pudieron detectar carbono en la prosbocis del insecto en lugar de hierro, llevándoles a creer que se alimentaba de néctar, no de sangre. Por cuanto no se suponía la existencia de las angiospermas (plantas con flores) cuando vivía este insecto, los autores proponen que chupaba el néctar de gimnospermas, aunque reconocen que «la comprensión de la ecología de los clados de los insectos en el medio-Mesozoico es escasa».

Miembros fósiles del Orden Neuroptera con afinidades sorprendentes con el Orden Lepidoptera (mariposas y polillas)

¿Cómo puede explicarse esto desde la cosmovisión evolucionista? El coautor David Dilcher, de la Universidad de Indiana, dice en Science Daily: «hemos clarificado una sorprendente y amplia cantidad de semejanzas físicas y ecológicas entre las especies fósiles y las mariposas modernas, que compartieron un antecesor común hace 320 millones de años», añade PhysOrg: «Sus descubrimientos representan un excepcional ejemplo de evolución convergente entre esos dos linajes carentes de relación, en los que dos grupos distintos de organismos evolucionan rasgos semejantes al interaccionar con factores similares en sus medios». Con esto, personificaba de manera jocosa el ciego proceso de la evolución:

La evolución es un gran innovador, decía Dilcher. Pero, al mismo tiempo: «si ha funcionado una vez, ¿por qué no volver a probarlo».

Estasis en diversidad: Otro titular en PhysOrg anuncia: «Un análisis estadístico desprejuiciado de los registros fósiles de los insectos encuentra una diversidad sin cambios durante los últimos 125 millones de años». Eso contradice las expectativas evolucionistas, dice el artículo:

Los insectos son pasmosamente diversos, y constituyen casi tres cuartas partes de todas las especies animales vivas en la actualidad, y su diversidad, se cree generalmente, ha aumentado constantemente a lo largo del tiempo evolutivo. Pero un nuevo estudio encuentra que en realidad la diversidad de los insectos no ha cambiado mucho durante los últimos 125 millones de años.

Los insectos eran «extremadamente diversos también en el pasado», decía un evolucionista, incluso aunque se creía que el surgimiento de las plantas con flores estimuló la diversidad de los insectos:

Una multitud de modernos grupos de insectos tienen una estrecha relación ecológica y evolutiva con plantas con flores, y se cree que la evolución de las plantas con flores espoleó una rápida diversificación de los insectos. Pero el nuevo análisis descubrió que la evolución de las plantas con flores no significó una gran diferencia en general en la diversidad de los insectos. Se supone que hubo muchos insectos quehabían coevolucionado con las plantas que fueron dominantes antes que las plantas con flores llegaran a la escena, y esos grupos de insectos habrían declinado junto con las plantas de las que dependían.

Sabiendo que los insectos generalmente no fosilizan bien, el equipo bajo Matthew Clapham (Universidad de California en Santa Cruz) intentó evitar el sesgo de la conservación construyendo una base de datos de 39.000 fósiles de insectos a partir de alrededor de unas 25.000 especies, y analizándola después con métodos estadísticos.

Usando sus propios supuestos, los evolucionistas derrumban las expectativas evolutivas en estos dos casos. Encuentran semejanza donde no debería haber. Encontraron una diversidad estable donde esperaban un incremento. Se debe observar que la frase recurrente es la de «se creía» en tiempo pasado. Esto sucede constantemente en los estudios evolucionista. Y lo que «se creía» estaba equivocado. ¿Modificarán entonces sus creencias de modo que aquello que están creyendo ahora influya en sus pensamientos futuros? Muy improbable. Tienen la mentalidad evolucionista tan arraigada que aquello que creían lo seguirán creyendo a pesar de los datos.

El fenómeno de la convergencia debería llevar a repudiar la evolución. Es ya cosa bien difícil imaginar conseguir por azar una familia de insectos con dispositivos y piezas bucales para alimentarse de néctar y con alas escamosas con ocelos (véase Metamorphosis), cuánto más difícil obtener dos familias siguiendo linajes completamente diferentes. Véase el análisis que hace Brett Miller en «The Convergence Concoction», donde muestra el alcance de las semejanzas donde no deberían estar según la tesis evolucionista. Pero los evolucionistas son unos astutos cuentacuentos. Lo vuelven del revés y dicen que las semejanzas se deben a unas «presiones selectivas semejantes». No se puede ganar en un debate científico a un cuentacuentos que cree que su imaginación equivale a prueba científica.

Crédito de la imagen: Creative Commons: Animalparty
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