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Mecanismos de la evolución: Mutaciones



Las mutaciones son definidas como rompimientos o reemplazos que toman lugar en la molécula de ADN, la cual se encuentra en el núcleo de las células de los organismos vivos y la cual contiene toda su información genética. Estos rompimientos o reemplazos son el resultado de efectos externos tales como la radiación o la acción química. Toda mutación es un “accidente”, y daña los nucleótidos que componen el ADN o los cambia de lugar. La mayor parte de las veces, éstos causan mucho daño y la codificación de la célula no puede repararse.

La mutación, que es frecuentemente parcializada por los evolucionistas, no es una varita mágica que transforma a los organismos vivos en formas más avanzadas y perfectas. El efecto directo de las mutaciones es dañino. Los cambios efectuados por mutaciones sólo pueden ser narrados por las personas que sobrevivieron a Hiroshima, Nagasaki y Chernobyl: esto es, sinónimo de muerte, discapacidad, deformaciones monstruosas de la naturaleza…
Un pie deformado por efecto de la mutación.

La razón de esto es muy sencilla: el ADN tiene una estructura muy compleja y los cambios aleatorios sólo pueden dañarla. El biólogo B. G. Ranganathan afirma:

“En primer lugar, las mutaciones genuinas son muy raras en la naturaleza. Segundo, la mayoría de las mutaciones son dañinas ya que son aleatorias, si los cambios no son ordenados en la estructura de los genes, cualquier cambio aleatorio en un sistema altamente ordenado será para empeorar, no para mejorar. Por ejemplo, si un terremoto sacudiera una estructura complejamente organizada como un edificio, habría un cambio aleatorio en la estructura de esa construcción, y con toda probabilidad, no sería para mejorarla” [19].
No es sorprendente que ninguna mutación ventajosa se haya observado hasta el momento. Todas las mutaciones han probado ser dañinas. Los científicos evolucionistas como Warren Weaver comentan sobre el reporte preparado por el ‘Committee on Genetic Effects of Atomic Radiation’ (Comité sobre efectos genéticos de la radicación atómica), la cual ha sido formada para investigar las mutaciones que pudieran haber sido causadas por las armas nucleares en la Segunda Guerra Mundial:´

“Muchos podrían verse en aprietos por las declaraciones de que prácticamente todas las mutaciones conocidas en los genes son dañinas. Ya que las mutaciones son parte necesaria en el proceso de la evolución (transformismo), ¿cómo es que un buen efecto evolucionista que llevaría hacia formas de vida más elevadas resultará de las mutaciones cuando prácticamente todas éstas son dañinas?” [20].
Todo esfuerzo puesto en “generar una mutación útil” ha resultado en fracaso. Por décadas, los evolucionistas han llevado a cabo muchos experimentos para producir mutaciones en las moscas de la fruta debido a que estos insectos se reproducen muy rápidamente y los efectos se observan casi inmediatamente. Generación tras generación de estas moscas mutantes y aún no se ha observado mutación útil alguna. El genetista evolucionista Gordon Taylor lo describe así:

“Es sorprendente, pero no muy mencionado el hecho de que genetistas han estado criando moscas de la fruta por aproximadamente sesenta años o más, en laboratorios de todo el mundo, produciendo nuevas generaciones cada once días y que nunca, hasta el momento, se ha observado la aparición de alguna nueva especie o siquiera la aparición de alguna nueva enzima” [21].
Desde el comienzo del siglo XX, los biólogos evolucionistas han buscado ejemplos de mutaciones ventajosas a través de la experimentación con moscas mutantes. Pero estos esfuerzos siempre han resultado en criaturas enfermas y deformes. La imagen de la izquierda muestra la cabeza normal de una mosca de la fruta, y la imagen de la derecha muestra la cabeza de una mosca de la fruta de donde salen las patas, como resultado de una mutación inducida.
Ranas mutantes nacidas con las patas atrofiadas.

Otro investigador, Michael Pitman, comenta sobre el fracaso de los experimentos llevados a cabo con las moscas de la fruta:

Morgan, Goldschmidt, Muller y otros genetistas han expuesto a generaciones de moscas de la fruta a condiciones extremas de calor, frío, luz, oscuridad y han sido tratadas con radiaciones y elementos químicos. Todas clase de mutaciones se han visto, prácticamente todas triviales o confirmadamente dañinas. ¿Es esta la evolución inducida por el hombre? Realmente no: Pocos ejemplares de estos monstruos de los genetistas podrían haber sobrevivido fuera de las condiciones controladas del laboratorio donde se crían. En la práctica los mutantes mueren, son estériles, o tienden a revertir el tipo (typo) desenfrenado [22].

Lo mismo puede sostenerse para el hombre. Todas las mutaciones que han sido observadas en seres humanos han tenido efectos fatales. Todas las mutaciones que toman lugar en humanos resultan en deformidades físicas, en debilitamientos como el mongolismo, síndrome de Down, albinismo, enanismo o cáncer. Es necesario mencionar que un proceso que incapacita o hace enfermar a las personas no puede ser considerado un “mecanismo evolucionista”, la evolución supuestamente debe producir mejores individuos para que sobrevivan sobre su estado anterior, esto es, sobre el hombre normal.
Una mosca de la fruta con sus alas deformadas.

El patólogo estadounidense, David A. Demick hace la siguiente observación en un artículo científico sobre mutación:

“Literalmente, miles de enfermedades humanas, catalogadas recientemente, están asociadas con mutaciones genéticas, y en cada momento se siguen encontrando. Un libro reciente de referencia médica sobre genética, tiene una lista de 4,500 diferentes enfermedades genéticas. Algunos de los síndromes hereditarios caracterizaron los días previos al análisis genético molecular, como el síndrome de Marfan, y ahora se muestran heterogéneos, esto es, asociados con muchas y diferentes mutaciones… Con esta variedad de enfermedades humanas que son causadas por mutaciones, ¿dónde podrían estar los efectos positivos? Con miles de ejemplos de mutaciones dañinas palpables, con seguridad es posible describir algunas mutaciones positivas a nivel de macro evolución. Éstas serían necesarias no sólo para la evolución hacia una mayor complejidad, sino también para compensar el descenso de las muchas mutaciones dañinas. Pero, cuando se trata de identificar las mutaciones positivas, los científicos evolucionistas guardan un extraño silencio” [23].
El único caso en que los biólogos evolucionistas aceptan las “mutaciones útiles” es en la enfermedad conocida como anemia drepanocítica (sickle cell anemia). En ésta, la molécula de la hemoglobina, que sirve para transportar el oxígeno en la sangre, se daña como resultado de una mutación y sucede un cambio estructural, como resultado de esto, la habilidad de la molécula de la sangre para transportar oxígeno es seriamente perjudicada. La gente que padece anémica drepanocítica sufre de una dificultad crónica para respirar. Sin embargo, este ejemplo de mutación es discutido bajo los desórdenes, en los libros de texto médicos, pero es extrañamente subevaluado por algunos biólogos evolucionistas y tenido como una “mutación útil”.
La forma (de media luna) y las funciones de los corpúsculos rojos son comprometidos en la anemia drepanocítica. Por esta razón, sus capacidad de transportar oxígeno se debilita.



Ellos sostienen que la inmunidad parcial a la malaria en aquellos que la han padecido es un “don” de la evolución. Usando la misma lógica, se podría decir que, ya que la gente que nace con parálisis en las piernas debido a problemas genéticos y que no podrá caminar, están a salvo de morir caminado al atravesar una avenida, y por lo tanto, su parálisis genética podría considerarse una “característica genética útil”. Esta lógica es claramente defectuosa.

Es obvio que las mutaciones sólo son un mecanismo destructor. Pierre-Paul Grassé, ex presidente de la institución ‘French Academy of Sciences’ (Academia francesa de las ciencias), es bastante claro en este punto, en un comentario sobre mutación. Grassé comparó a las mutaciones con “cometer errores al copiar un texto”, así con las mutaciones, los errores de escritura no llevan a clarificar la información, sino sólo a dañar la información ya existente. Grassé explicó este hecho de la siguiente manera:

“Las mutaciones que se manifiestan lo hacen incoherentemente, éstas no se complementan unas a otras ni tienen un efecto acumulativo en las generaciones sucesivas hacia alguna dirección específica. Las mutaciones modifican lo que ya está preexistente, pero lo hacen invariablemente de forma desordenada… Tan pronto como se manifiesta algún desorden en un organismo sano, por pequeño que sea, pronto se manifiesta la enfermedad seguida de la muerte. No es posible comprometer el fenómeno de la vida con la anarquía.” [24].
Así, por esta razón, como Grassé lo dice, “no importa qué tan numerosas sean, las mutaciones no producen ninguna clase de evolución” [25].
El efecto pleitrópico


La prueba más importante de que las mutaciones sólo conducen al daño, es el proceso de codificación genética (genetic coding). Casi todos los genes en un ser vivo completamente desarrollado portan más de una pieza de información. Por ejemplo, un gen podría controlar tanto la altura como el color de ojos de un organismo. El microbiólogo Michael Denton explica esta característica de los genes en organismos superiores como los humanos, de esta manera:

Los efectos de los genes en desarrollo son muchas veces sorprendentemente diversos. En el caso de los ratones, casi cualquier gen relacionado con la coloración del pelaje tiene algún efecto con la talla corporal. De 17 mutaciones inducidas con rayos X afectando el color de los ojos en las moscas de la fruta, Drosophila melanogaster, 14 afectaron la forma de los órganos sexuales de las hembras, una característica que se hubiera pensado que era totalmente ajena al color de los ojos. Casi cualquier gen que se haya estudiado en organismos superiores se ha encontrado que tienen más de un efecto sobre los órganos que los componen, un efecto múltiple que es conocido como pleitropia (pleiotropy). Como Mayr dice en ‘Population, Species and Evolution’ (Población, especies y evolución): “Es dudoso que existan genes que no sean pleitrópicos en los organismos superiores” [26].

1. Las alas que no se desarrollan 2. Los miembros traseros alcanzan su máxima longitud, pero los dedos no se desarrollan completamente. 3. Hay ausencia de piel suave para cubrir. 4. Aunque existe el pasaje respiratorio, hay ausencia de pulmones y saco respiratorio. 5. El tracto urinario no ha crecido, lo que no ha inducido el desarrollo de los riñones.



A la izquierda observamos el desarrollo normal de un ave domesticada, a la derecha se muestran los efectos dañinos de una mutación, en el gen pleitrópico. Un cuidadoso examen muestra que la mutación en un sólo gen daña muchos y variados órganos. Incluso si hipotéticamente consideramos que la mutación tiene efectos benéficos, este “efecto pleitrópico” neutralizaría tal ventaja al dañar muchos otros órganos.

Debido a esta característica de la estructura genética de los seres vivientes, cualquier cambio fortuito debido a la mutación en cualquier gen del ADN, afectará más de un sólo órgano. Consecuentemente, esta mutación no estará restringida a una sola parte del cuerpo, sino que revelará ampliamente su efecto destructor. Incluso si uno de estos efectos fuese benéfico, como resultado de una extrañísima suerte, los dañinos efectos irreversibles sobre otras partes pesarían más que el beneficio.

En resumen, existen tres razones principales por las que las mutaciones no pueden hacer posible la evolución (transformismo):

1. El efecto directo de las mutaciones es dañino. Ya que ocurren aleatoriamente, es casi seguro que el ser vivo que las experimente, se dañe. La razón nos dice que la intervención inconsciente en una estructura compleja y perfecta no mejorará dicha estructura, sino que la perjudicará. Y por supuesto, ninguna “mutación benéfica o útil” ha sido observada, nunca.

2. Las mutaciones no agregan ninguna nueva información al ADN del organismo. Las partículas que componen la información genética son movidas de su lugar, destruidas o fragmentadas. Las mutaciones no provocan que los seres vivos adquieran nuevos órganos ni nuevos rasgos. Éstas sólo causan anormalidades como que las piernas salgan de la espalda o que un oído esté sobre el abdomen.

3. Con el fin de que una mutación de transmita a la siguiente generación, tiene que haber sucedido en las células reproductivas del organismo. Un cambio fortuito que ocurre en una célula u órgano del cuerpo, no será transmitido a la siguiente generación. Por ejemplo, si el ojo humano se alterara por efecto de la radiación, o por otras causas, ésta mutación no pasaría a la siguiente generación.

La bacteria Escherichia coli no es diferente de los especímenes de hace millones de años. Durante este tiempo, han experimentado incontables mutaciones que no las han llevado hacia cambios estructurales.

Todas las explicaciones ofrecidas antes indican que la ‘selección natural’ y la mutación no tienen ningún efecto evolutivo (transformista). Lo que es más, no se ha observado nunca algún ejemplo de “evolución” obtenido por éste método. Algunas veces, los biólogos evolucionistas afirman que “ellos no pueden observar el efecto evolutivo por mecanismos de selección natural y mutación ya que este proceso sólo se lleva a cabo durante un largo periodo de tiempo”. Sin embargo, este argumento, es sólo una forma de hacerse sentir mejor y no tiene fundamento. Durante su vida, un científico podría observar miles de generaciones de seres vivos de corta vida, como las moscas de la fruta y las bacterias, y aún así, no se ha observado la “evolución”. Pierre-Paul Grassé afirma lo siguiente sobre la naturaleza invariable de la bacteria, un hecho que invalida la evolución (transformismo):

“Las bacterias son organismos que, debido a su gran número. producen las más numerosas mutaciones. La bacteria exhibe una gran fidelidad hacia su especie. El bacilo Escherichia coli, cuyas mutaciones han sido estudiadas muy cuidadosamente, es el mejor ejemplo. El lector estará de acuerdo en que es sorprendente, por decir lo menos, el querer demostrar la evolución y desentramar sus mecanismo al escoger un material de estudio ¡que ha permanecido prácticamente sin cambios, estabilizado, por millones de años!” En resumen, las mutaciones de las bacterias y los virus son meras fluctuaciones hereditarias que giran alrededor de una posición media: un desplazamiento a la derecha o a la izquierda, pero nunca un efecto de evolución final. Las cucarachas, la cuales han sido uno de los insectos vivientes más estudiados, han permanecido más o menos sin cambios desde la época del Pérmico, y aún así han pasado por muchas mutaciones, como la Drosophila, un insecto del Terciario [27].
La conclusión es, que es imposible que los seres vivos hayan evolucionado (transformado), ya que no existe ningún mecanismo en la naturaleza que pueda causar dicha evolución. Aún más, esta conclusión concuerda con el registro fósil, el cual no ha demostrado la existencia de un proceso de evolución, sino todo lo contrario.

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