Unos peces pequeños que viven en El Hoyo del Diablo quedaron aislados hace sólo unos cientos de años, no miles.
¡Hablando de revisiones radicales en ciencia! Los evolucionistas han estado diciendo al público que unos peces en un hábitat aislado llamado El Hoyo del Diablo en Nevada quedaron separados de su población originaria hace más de 10.000 años, y que han evolucionado desde entonces para formar una nueva especie. Pero, ahora, ¿sólo algunos siglos?
«Hoyo del Diablo 3», Stan Shebs. Licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons |
El Hoyo del Diablo es un depósito natural de agua de 100 metros de profundidad en una cueva que se abre a la superficie. El agua tiene una temperatura de casi 32º C, suficiente para matar a la mayor parte de otros peces en horas, pero los pequeños cachorritos azules del desierto nadan ilesos en este extraordinario medio. Los evolucionistas habían dicho que habían quedado encerrados allí desde tiempos prehistóricos. Ahora, basándose en un análisis genético, Nature «reescribe la historia» de esta especie de pez atrapada en un agujero solitario:
Muchos investigadores creían que esa especie de pez había quedado aislada en esta caverna desde hace alrededor de 13.000 años la última vez que hubo una inundación de gran entidad en la región. Pero Christopher Martin, un biólogo evolutivo en la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill, y sus colegas, dicen que el secuenciado genético sugiere que los cachorritos quedaron atrapados en El Hoyo del Diablo en cierto tiempo entre hace 105 y 830 años — y desde entonces ha seguido cambiando genes con poblaciones vecinas de especies de cachorritos.
«Esta fue la gran sorpresa», dice Martin. «Cada pocos cientos de años hay uno o dos peces que se desplazan entre los manantiales en el desierto». O bien de alguna manera los peces se mueven por tierra, dice, o son transportados como huevos adheridos a los pies de aves acuáticas.
Eso implica que los cambios morfológicos que caracterizan a esas especies también ocurrieron con rapidez. Las diferencias son ligeras; el artículo sólo menciona «agresividad reducida, ojos más grandes, y ausencia de aletas pélvicas» —pero eso son variaciones, no rasgos de especiación, especialmente si esos peces siguen intercambiando genes con poblaciones colindantes.
«Este es un trabajo muy interesante, y trata acerca de un fascinante sistema de estudio. El breve marco cronológico de evolución es realmente extraordinario», dice Simon Ho, un biólogo de evolución computacional en la Universidad de Sydney, Australia. Ho dice que el estudio añade al creciente cuerpo de evidencias de que algunas especies podrían ser mucho más recientes de lo que habían sugerido anteriores comparaciones genéticas, porque los ritmos de mutación del ADN pueden ser muy algos durante un breve período de tiempo.
Pero lo cierto es que las mutaciones aleatorias serían ciertamente mayormente deletéreas. Parece que las variaciones genéticas en este caso fueron preprogramadas para robustez en ambientes rigurosos. «Es asombroso que los peces puedan sobrevivir allí un solo día», comentaba el investigador jefe Christopher Martin [Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill]. Otras especies de cachorritos sobreviven en estanques de alta salinidad, restos del Lago Manly que ocupó en el pasado el Valle de la Muerte con unos 180 metros de profundidad.
En BBC News aparecen fotografías de EL Hoyo del Diablo y de los cachorritos. El artículo cita la opinión de Martin de que los peces llegaron durante una gran inundación en tiempos históricos. «Las edades a las que hemos llegado para los peces en El Hoyo del Diablo se superponen con la gran inundación de 1862, que fue el mayor suceso lluvioso jamás registrado para California/Nevada». Sugiere también otros posibles medios de transporte, incluyendo la transferencia de huevos sobre vegetación adherida a las patas de aves, o realizada directamente por aborígenes americanos.
New Scientist da razones adicionales por las que la narrativa de una larga historia evolutiva de ese pez es insostenible.
«El Hoyo del Diablo es uno de los hábitats de peces más ridículo que haya visto», dice Martin. «La temperatura del agua mataría a la mayor parte de los peces en el curso de unas horas.»
La persistencia de esos peces le desconcertaba, porque la teoría genética predice que unas poblaciones tan diminutas deberían quedar extintas en el curso de unos pocos cientos de años, debido a la endogamia, o a la mala suerte [p.ej., mutaciones deletéreas o catástrofes locales —Ed.].
Como están ahí, deben estar compartiendo genes, o no ser tan antiguos. Y si no son tan antiguos, esto relaja la necesidad de su conservación. Si realmente sólo han estado aislados durante alrededor de 255 años, y si otros peces han ido y venido a El Hoyo del Diablo, esos peces podrían ser «reencarnados» si se extinguiesen (esto de otro titular en New Scientist que cita a un diferente Dr. Martin):
En tal caso, el primer objetivo de los conservacionistas debería ser preservar el proceso, no tanto la especie que está allí ahora, dice Andrew Martin, un biólogo de la conservación en la Universidad de Colorado en Boulder.
El estudio sugiere que será esencial proteger la conectividad de esta región para que prosiga este ciclo de renacimiento.
El Hoyo del Diablo es formalmente parte del Parque Nacional del Valle de la Muerte, pero su acceso está restringido a la investigación científica. El artículo en Nature incluye una fotografía de buceadores en las profundidades de esta caverna que no recibe luz solar directa durante dos meses al año. Menciona también algo del razonamiento que llevó a científicos en el pasado a esperar un largo período de aislamiento:
[Christopher] Martin y sus colegas construyeron un árbol genealógico de especies de cachorritos examinando diferencias en su ADN. Para calibrar las fechas de divergencias en este árbol genealógico, se apoyaron en parte en datos geológicos de la cuenca del Lago Chichancanab en la península de Yucatán en México. Esta cuenca contiene actualmente diversas especies de cachorritos, pero estaba seco hace 8.000 años, de modo que las especies allí han divergido probablemente desde el antecesor común que comparten con otros cachorritos sólo después de aquella sequía.
Este razonamiento ha quedado refutado por la nueva evidencia genética. Otro experto en cachorritos cree que los cachorritos, «entre los más resistentes de los animales», podrían haber sobrevivido en pequeños estanques aislados de aguas superficiales en la cuenca del Yucatán. En tal caso, «la formación de la cuenca puede que no hubiera significado un punto tan decidido de divergencia en el árbol genealógico de los cachorritos». Como suele suceder, se precisará, dice él, de estudios adicionales. En todo caso, y como concluye Nature, «los cachorritos de El Hoyo del Diablo son unos peces increíbles».
El diseño de esos increíbles y resistentes animales es más interesante que los detalles menores acerca de sus aletas pélvicas, ojos grandes o agresividad reducida. Los cachorritos son increíbles debido a sus complejos sistemas, que nunca podrían haberse originado mediante procesos no guiados. Además, el Creador diseñó a esas criaturas para robustez, de modo que pudieran llenar la Tierra incluso en medio de cambios ambientales. Las rápidas adaptaciones morfológicas a medios aislados, basadas en su variabilidad inherente, exhiben previsión en el contexto de un gran plan de diseño —no una «selección» de errores aleatorios en los genes durante largas eras.
Solamente hace tres años, un evolucionista describió el cachorrito de El Hoyo del Diablo como «una de las instantáneas más completas de la selección natural en estado silvestre» (1/23/13). (Nota: y dos años antes de ello, otro evolucionista se refirió al mismo como un «estallido de fuegos de artificio» evolutivo» —5/11/11). Una vez más, vemos errados los conceptos evolutivos de cambio lento y gradual durante largas eras. Y es divertido pensar en un indio americano soltando algunos peces en este agujero mientras los patriotas de Boston empezaban a hartarse de la tiranía del Rey Jorge en 1761, o incluso en fecha tan reciente como el año en que se fundó IBM, en 1911.
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