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Diseño superfluo: Un problema para el darwinismo

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En el podcast de ID the Future, Michael Denton y David Berlinski trataban acerca de rasgos que exhiben perfección de diseño. El ojo humano, por ejemplo, puede detectar fotones solitarios de luz. ¡No se puede diseñar un detector de luz mejor! El órgano del lenguaje humano (las cuerdas vocales, etc.) es perfecto, dice Berlinski, para comunicar pensamientos abstractos a las mentes de los oyentes.

Muchos rasgos parecen ir mucho más allá de los requisitos de la mera supervivencia. Este, de hecho, es el tema del nuevo libro de Denton, Evolution: Still a Theory in Crisis [Evolución: Una teoría todavía en crisis]. No pueden ser «ensamblados de forma adventicia» mediante un proceso ciego. Berlinski cree que «cada ser viviente es perfecto tal como es; no se puede mejorar». Consideremos algunos ejemplos adicionales.

La Venus o Dionea atrapamoscas

Han pasado ya más de cinco años desde que consideramos aquí ciertos detalles del diseño de esta pequeña planta carnívora. Nuevos trabajos de investigadores en Alemania, publicados en Current Biology, exponen que esta planta puede contar. El video realizado por el equipo de investigación, que aparece en Live Science, muestra cómo los cabellos disparadores en el interior de las hojas generan potenciales de acción que pueden ser medidos con equipos eléctricos.

Unos experimentos muestran que la cantidad de potenciales de acción genera diferentes respuestas. Se necesitan dos potenciales de acción para cerrar la trampa. Cuando queda cerrada, la planta comienza a producir ácido jasmónico. La tercera señal activa «hormonas de contacto» que inundan la trampa con jugos digestivos. La quina señal desencadena la ingesta de los nutrientes. El insecto, al debatirse, activará unos 50 potenciales de acción. Cuantos más se activan, tanto más se aprieta la trampa, como si supiera que tiene una presa más fuerte. La fuerza comprime al animal contra los jugos digestivos, lo que también permite una ingesta más eficiente de los nutrientes. Esta historia fue divulgada por BBC News y New Scientist, que citó la reacción de algunos científicos:

No se trata exactamente de aritmética vegetal, pero es impresionante, dice Luz Van Volkenburgh de la Universidad de Washington en Seattle. «La Venus atrapamoscas está programada para responder de la manera que describimos», dice ella.

 Venus o Dionea atrapamoscas (Dionaea muscipula). Clip procedente del video Derecho Previo del Instituto Científico Moody. Para el documental completo haga clic aquí.

Wayne Fagerberg, en la Universidad de New Hampshire en Durham, muestra su acuerdo. «Evidentemente no tiene un cerebro que piense “uno, dos, tres, cuatro”», dice. «En la práctica, sí que cuenta. Lo que sucede es que no piensa en ello.» [Énfasis añadido.]

En nuestra experiencia, aquellos dispositivos «programados» que pueden computar y activar respuestas están diseñados. Este elaborado mecanismo, que involucra múltiples respuestas que activan máquinas siguiendo indicaciones concretas, parece superfluo para la supervivencia. La Venus atrapamoscas dispone de fotosíntesis; puede elaborar su propio alimento. El argumento de que necesita de nutrientes animales porque vive en un suelo pobre en nutrientes es discutible; otras plantas, incluyendo árboles, medran bien sin trampas para animales.

La cebra

Las explicaciones adaptacionistas darwinistas han fracasado una y otra vez en su intento de explicar las rayas de las cebras. Lo han estado intentando durante muchos años. Una hipótesis principal es que las rayas proporcionan camuflaje (esta idea fue debatida por Charles Darwin y Alfred Russel Wallace). Investigadores en la Universidad de California en Davis sometieron la idea a ensayo y la encontraron insatisfactoria. En lugar de contemplar las rayas con ojos humanos, se las miraron como lo hace un predador.

En el nuevo estudio, Melin, Caro y sus colegas Donald Kline y Chihiro Hiramatsu descubrieron que las rayas no pueden estar involucradas en hacer que las cebras se confundan con el fondo de su medio ambiente ni en romper la forma de la cebra, porque para cuando los predadores pueden ver las rayas de las cebras, probablemente ya han oído u olido su presa, las cebras.

Tampoco sirven las rayas para reconocer a la pareja. ¿Por qué no sirve esta explicación? «[O]tras especies de animales estrechamente relacionadas con la cebra son sumamente sociales y capaces de reconocer a otros individuos de su especie, a pesar de que no tienen patrones de rayas para distinguirlos».

Algunos científicos han sugerido también que las rayas ayudan a evitar insectos y sus picadas. Pero aquí se aplica el mismo contraargumento: si esta es una ley evolutiva de la naturaleza, ¿por qué no son rayados todos los demás animales?

Los embriólogos están esforzándose en comprender cómo se desarrollan los patrones y las marcas en el útero (véase PhysOrg). Difícilmente pueden explicar los gatos bicolores (Universidad de Bath), cuánto menos las rayas sumamente distintivas y regularmente espaciadas en una cebra que se vuelven horizontales en las patas y en los cuartos traseros, conformándose con los contornos del cuerpo. Si otros animales no necesitan las rayas, este parece ser otro ejemplo de diseño superfluo.

El cerebro humano

El Instituto Salk lanzó una bomba en el campo de la neurociencia, al poner de manifiesto que la capacidad de la memoria humana es 10 veces superior a lo que se pensaba. Si es así, esto lleva nuestro argumento acerca del diseño superfluo a un orden de magnitud totalmente nuevo. Observemos cómo se usa la palabra «diseño» en este comunicado de prensa que compara tu cerebro con Internet.

Los investigadores del Instituto Salk y sus colaboradores han alcanzado un conocimiento crítico del tamaño de las conexiones neurales, llevando la capacidad memorística del cerebro mucho más allá de las estimaciones comunes. Esta nueva investigación también responde una antigua pregunta en cuanto acómo el cerebro tiene una eficiencia energética tan grande y podría ayudar a los ingenieros a construir computadoras increíblemente potentes pero que conservan la energía.

«Esto a es una verdadera bomba en el campo de la neurociencia», dice Terry Sejnowski, profesor del Instituto Salk y coautor principal del artículo, que se publicó en eLife. «Descubrimos la clave para desentrañar el principio de diseño para cómo funcionan las neuronas del hipocampo con baja energía pero con una alta potencia de computación. Nuestras nuevas mediciones de la capacidad de la memoria del cerebroaumentan las cautelosas estimaciones por un factor de 10 hasta al menos un petabyte, dejándola en la misma magnitud que la red informática mundial (World Wide Web).»

Un petabyte son 1015 bytes, o mil terabytes — y esta es una estimación prudente. Un evolucionista podría tratar de defender suficiente memoria en un cerebro de homínido para recordar peligros de predadores y para encontrar alimento o pareja, pero, ¿por qué esta superabundancia de capacidad? El almacenamiento es además eficiente, con función de búsqueda y rápidamente accesible. En realidad, es tan bieno que los ingenieros informáticos quieren imitar su «principio de diseño» para alcanzar esta clsae de increíble potencia y eficiencia energética.

El enigma de la perfección

Esos ejemplos refuerzan la opinión de Denton y Berlinski de que «el enigma de la perfección» en el mundo de lo viviente constituye un serio desafío a los mecanismos propuestos por los darwinistas — o, en todo caso, a cualquier proceso no guiado que contemple la supervivencia como el único criterio de éxito. Aquí no tenemos «chapuzas», como bromea Berlinski, la mera yuxtaposición de piezas que están por ahí disponibles. Cuando observamos un diseño excepcional que es tan bueno que queremos imitarlo, inferimos que estamos contemplando los productos de un diseño superinteligente.

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