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Mecanismos de la evolución: Selección natural y el melanismo industrial



Cuando las fuentes de los evolucionistas son examinadas, inevitablemente se puede observar que el ejemplo de los palomillas en Inglaterra durante la Revolución Industrial es citado como modelo de evolución por selección natural. Esto es mostrado como un ejemplo concreto de evolución observada, en libros de texto e incluso en fuentes académicas. En realidad, este ejemplo no tiene nada que ver con la evolución.

Primero establezcamos lo que se ha dicho: De acuerdo a este registro, aproximadamente al comienzo de la Revolución Industrial en Inglaterra, el color de la corteza de los árboles, cerca de Manchester, tomaron una apariencia clara, y debido a esto, las palomillas oscuras que estaban adheridas a estos árboles resaltaban y eran muy atractivas para los pájaros que se alimentaban de éstas, y por lo tanto, tenían muy poca probabilidad de sobrevivir. Cincuenta años después, en los bosques que estuvieron cerca de la contaminación de las fábricas y que eliminaron a las palomillas por su efecto, ahora su corteza se había oscurecido de nuevo, y por lo tanto, ahora la palomilla de color claro era la más apetecida, ya que era más contrastante y visible. Como resultado de esto, la proporción de palomillas claras decreció respecto a las palomillas oscuras. Los evolucionistas creen que esto es una gran evidencia para su teoría. Ellos se refugian y se consuelan mostrando cómo la palomilla de color claro “evolucionó” en una oscura.


La imagen muestra árboles con corteza de diferente tonalidad y con palomillas claras y oscuras posadas sobre éstos, la de arriba representaría la situación durante la Revolución Industrial y abajo se muestra un estado posterior. Debido a que los árboles se oscurecieron, los pájaros fueron capaces de identificar más fácilmente las palomillas claras y su número decreció. Sin embargo, esto no es un ejemplo de “evolución”, debido a que no se obtuvo ninguna nueva especie, todo lo que sucedió fue que cambió la proporción entre dos tipos ya existentes de palomillas.


Sin embargo, aunque consideramos que tales hechos son verídicos, debe quedar bien claro que de ninguna manera puede utilizarse como evidencia para la teoría de la evolución (transformismo), ya que no se produjo ninguna forma que no existía. La palomilla oscura había existido entre la población de palomillas antes de la Revolución Industrial. Sólo la proporción relativa de las palomillas existentes fue lo que varió. Los palomillas no adquirieron ningún rasgo nuevo ni algún nuevo órgano, que hubiera causado una “especiación” [13]. Con el propósito de que una especie de palomilla se convirtiera en alguna otra especie viviente, un pájaro, por ejemplo, se tendrían que haber corroborado adiciones a sus genes, esto es, que un programa genético totalmente nuevo se hubiese agregado y que incluyera la información sobre los rasgos físicos del pájaro.

Esta es la respuesta que se debe dar al relato evolucionista sobre el melanismo industrial. Sin embargo, existe una parte muy interesante de la narración: No sólo su interpretación, sino que el total del cuento es defectuoso. Como biólogo molecular, John Wells explica en su libro ‘Icons of Evolution’ (Iconos de la evolución), el relato de las palomillas apimientadas, el cual se incluye en cada libro pro evolucionista y por lo tanto, se ha convertido en un “icono” en este sentido, pero no refleja la verdad. Wells discute en su libro la forma en que el experimento de Bernard Kettlewell se llevó a cabo y que se considera como la “prueba material” del relato, y que realmente constituye un escándalo científico. Algunos elementos básicos de este escándalo son:

1. Muchos experimentos conducidos después del de Kettlewell revelaron que sólo un tipo de palomilla era la que se posaba en el tronco de los árboles, y que otros tipos preferían posarse bajo las pequeñas ramas horizontales. Desde 1980 ha quedado muy claro que la palomilla apimientada no descansa en forma normal sobre el tronco de los árboles. En 25 años de trabajo de campo, muchos científicos como Cyril Clarke y Rory Howlett, Michael Majerus, Tony Liebert y Paul Brakefield concluyeron que en el experimento de Kettlewell, las palomillas fueron forzadas a actuar atípicamente, y por lo tanto, los resultados de las pruebas no pueden ser aceptados como evidencia científica [14].

2. A la vez que la investigación profundizó, el escándalo cambio su dimensión: “The moths on tree trunks” (Las palomillas sobre los troncos de los árboles), fotografiadas por Kettlewell, realmente eran palomillas muertas. Kettlewell utilizó especímenes muertos que pegó o fijó sobre el tronco de los árboles y después los fotografió. En realidad, había muy poca probabilidad de realizar tales fotografías ya que esta palomilla en particular no se posaba sobre el tronco de los árboles, sino debajo de las hojas [15].

Estos hechos fueron descubiertos por la comunidad científica sólo hasta finales de la década de los 90 del siglo pasado. El colapso del mito del Melanismo Industrial, el cual había sido uno de los temas más atesorados en los cursos de ‘Introducción a la Evolución’ en las universidades por décadas, decepcionó en gran medida a los evolucionistas. Uno de ellos, Jerry Coyne, enfatizó:


“Mi propia reacción me recuerda la consternación de mi descubrimiento, a la edad de seis años, cuando supe que mi padre y no ‘Santa’ era quien me traía regalos en la víspera de Navidad” [16].

Así, el “ejemplo más famoso de selección natural” fue relegado al basurero de la historia como un escándalo científico inevitable, ya que no probaba que la selección natural era un “mecanismo evolutivo”, contrario a las creencias de los evolucionistas (transformistas).

En resumen, la selección natural no es capaz ni de agregar nuevos órganos a un ser vivo, ni de quitarlos, mucho menos de cambiar un organismo de una especie en otra. La “gran evidencia” impuesta, y que ni siquiera Darwin pudo ahondar más que el caso del “melanismo industrial” de las palomillas en Inglaterra.


REFERENCIAS
[13] For more detailed information about Industrial Melanism, please see Phillip Johnson, Darwin on Trial, InterVarsity Press, 2nd. Ed., Washington D.C., p. 26.
[14] Jonathan Wells, Icons of Evolution: Science or Myth? Why Much of What We Teach About Evolution is Wrong, Regnery Publishing, Washington, 2000, pp. 149-150.
[15] Jonathan Wells, Icons of Evolution: Science or Myth? Why Much of What We Teach About Evolution is Wrong, Regnery Publishing, Washington, 2000, pp. 141-151.
[16] Jerry Coyne, “Not Black and White”, a review of Michael Majerus’s Melanism: Evolution in Action, Nature, 396, 1988, pp. 35-36.

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