La idea de un reloj evolutivo genético en el que las secuencias de ADN van cambiando con constancia, como un reloj mide el paso del tiempo, ha jugado un papel principal en las ideas que han dado forma a la biología moderna. Tal como lo emplean los evolucionistas, este método de medición del tiempo compara secuencias de ADN entre diferentes especies para estimar los supuestos ritmos de evolución basándose en la cantidad de cambios en letras individuales del ADN (A, T, C, o G) en el ADN. Cuando se comparan dos tipos completamente diferentes de vida (p.ej., caballos y gallinas), sus diferencias se hacen coincidir con el tiempo evolutivo mediante un procedimiento que calibra los datos con estimaciones de tiempo profundo tomadas de la paleontología.1 En tanto que los científicos que trabajan en este campo lo saben, el público en general es totalmente desconocedor de este pequeño malabarismo.
A pesar de que los datos de los relojes genéticos están claramente manipulados para que se amolden a grandes cantidades de tiempo evolutivo, los resultados raramente dan soporte a la narrativa evolutiva general. De hecho, con frecuencia se encuentran los siguientes problemas:
- Genes diferentes proporcionan ritmos evolutivos ampliamente diferentes.
- Diferentes tipos de organismos exhiben diferentes ritmos para los mismos tipos de secuencias genéticas.
- Las fechas de los relojes genéticos que describen cuando supuestamente estas formas de vida se separaron para formar nuevas criaturas (el proceso designado como divergencia) discrepan generalmente de la escala cronológica de la paleontología a pesar de haber sido calibrada mediante la misma.1
¿Qué clase de datos conseguirían los investigadores si no empleasen los supuestos de la evolución y del tiempo profundo para sesgar los modelos de los relojes moleculares? ¿Podría en tal caso la variación de la secuencia del ADN proporcionar una información susceptible de uso para ayudar a poner a prueba las predicciones creacionistas acerca de los orígenes? Cosa interesante, poseemos una diversidad de estudios publicados tanto por científicos seculares como creacionistas en los que se midieron relojes de ADN de forma empírica —sin calibraciones de tiempo profundo— y proporcionaron edades de sólo 5.000 a 10.000 años, no millones. Cada uno de estos casos de ensayo se consideran más abajo, pero primero revisitemos el concepto estrechamente relacionado de entropía genética.
La entropía genómica y los relojes genéticos
Durante la producción de huevos y esperma, pueden producirse mutaciones de ADN y transmitirse a la siguiente generación. Cuando estas mutaciones se miden empíricamente dentro del linaje de una familia, se puede conseguir una estimación del ritmo de las mutaciones. Los científicos han medido de manera efectiva este ritmo en humanos en diversos estudios y han descubierto que aparecen entre 75 y 175 mutaciones por generación.2-6
Usando estos datos conocidos sobre ritmos de mutación, diversos investigadores han usado simulaciones mediante computadora para modelar la acumulación de mutaciones en el genoma humano con el paso del tiempo.7-13 El resultado encontrado fue que más del 90% de las mutaciones dañinas no son eliminadas con el paso del tiempo, y se transmiten a las siguientes generaciones. Debido a que esta acumulación de mutaciones llegaría eventualmente a un nivel crítico, se postuló que los humanos llegarían a la extinción al alcanzar un punto llamado catástrofe por errores.14,15 Este incesante proceso de degradación genómica se llama entropía genética.14,15 Aún más asombroso, el proceso de entropía genética queda estrechamente reflejado en la tendencia de una duración de la vida en declive que se documenta en la Biblia, especialmente a lo largo de los 4.300 años desde el Diluvio Universal.12,15-17 Además de estos estudios de simulaciones genéticas, destacados evolucionistas han expuesto que el problema de la acumulación de mutaciones en el genoma humano va acompañado de la incapacidad de la selección natural para eliminarlas —un aspecto de la genética completamente contradictorio a las presuposiciones evolucionistas.5,18
Las conclusiones de estos estudios en el modelado de la entropía genética han quedado confirmados de manera espectacular por dos adicionales estudios seculares basados en datos empíricos que proporcionaron los mismos resultados, junto con una escala cronológica que daba la historia bíblica en paralelo.4,5 Ambos estudios examinaron la cantidad de raras diferencias de nucleótidos simples en las regiones de codificación de proteínas (exones) del genoma humano llamadas el exoma.19,20 Un estudio analizó 2.440 individuos, y el otro, 6.515. Más del 80% de esta rara variabilidad se consideró como perjudicial (asociada con enfermedades hereditarias), y los investigadores atribuyeron la presencia de esas mutaciones a una «selección purificadora débil».19 Esto, esencialmente, significa que la pretendida capacidad de la selección natural para extraer estas variantes dañinas del seno de las poblaciones humanas era más bien inexistente —precisamente los mismos resultados observados en los estudios de simulación mediante computadora descritos más arriba.8,11-13
Un principal beneficio de este tipo de datos genéticos es que las regiones codificantes de proteínas son menos tolerantes a las mutaciones que otras partes del genoma, y proporcionan así una información genética histórica más fiable acerca de las poblaciones humanas que tipos más comunes de variabilidad. Además, este tipo de datos se pueden integrar cómodamente en modelos demográficos a lo largo del tiempo histórico y del espacio geográfico conocidos. Cuando así lo hicieron los investigadores, descubrieron un estallido muy reciente y masivo de diversificación genética asociado primordialmente con la entropía genética. Uno de los trabajos de investigación aseveraba: «El tiempo de máxima probabilidad para un crecimiento acelerado fue hace 5.115 años».19 El otro trabajo desvelaba una línea cronológica similar, lo que ubica el inicio de la diversificación genética humana cerca del tiempo del Diluvio Universal y de la consiguiente dispersión de los grupos humanos en la Torre de Babel. Cosa importante, este reciente estallido de raras variantes genéticas claramente asociado con entropía genética sigue también el mismo patrón de una expectativa de vida humana en rápido declive después del Diluvio.15,17
La variabilidad del ADN mitocondrial y los relojes genéticos
Otro campo importante de la investigación sobre relojes moleculares que apoya una creación reciente procede del examen de los ritmos de mutación en genomas mitocondriales.21 El ADN mitrocondrial (mtDNA) de un animal es heredado generalmente del huevo materno, y los ritmos de mutación del mtDNA pueden medirse con precisión en los linajes para producir un reloj específico para aquella especie. Cuando esos relojes se calibran no mediante escalas de tiempo evolutivo, sino usando el tiempo de generación conocido del organismo, se puede obtener una estimación más realista e imparcial del reloj genético de aquella forma de vida. Al comparar esos relojes mitocondriales en moscas del vinagre, nematodos (gusanos redondos), pulgas de agua y humanos, un científico creacionista demostró que un suceso de creación para todos esos organismos (incluyendo los humanos) tuvo lugar hace no más de 10.000 años.21
Otros científicos creacionistas realizaron también un estudio de la variación del mtDNA humano en el que analizaron estadísticamente más de 800 secuencias diferentes y reconstruyeron una estrecha aproximación del genoma mitocondrial original de Eva.15,22 El resultado obtenido fue que «el ser humano promedio está separado sólo por 22 mutaciones de la secuencia de Eva, aunque algunos individuos están alejados hasta a 100 mutaciones de Eva».15 La estimación empírica más reciente del ritmo de las mutaciones en las mitocondrias humanas es de alrededor de 0,5 por generación.23 Basado en este ritmo, incluso para las secuencias mitocondriales con más mutaciones, se ha determinado que «se precisaría sólo de 200 generaciones (menos de 6.000 años) para acumular 100 mutaciones».15
Ante la posibilidad de que los críticos acusen de sospechosos estos estudios sobre el mtDNA porque fueron realizados por creacionistas, se debería observar que los evolucionistas fueron en realidad los primeros en documentar esos marcos cronológicos que dan soporte a la línea histórica bíblica. Sepultados en un trabajo de investigación secular en 1997, se comunicaron por primera vez las mismas tendencias recientemente observadas por creacionistas acerca de los ritmos de mutación del mtDNA, pero recibieron poca atención en la comunidad evolucionista. Los autores del artículo afirmaban: «Usando nuestros ritmos empíricos para calibrar el reloj molecular del mtDNA, el resultado sería una edad del mtDNA del MRCA [siglas inglesas del Antecesor Común Más Reciente, o la primera mujer humana] de sólo ~6.500 años».24
Un año después, otro investigador secular comentaba acerca de este estudio con estas palabras:
Con independencia de la causa, los evolucionistas están sumamente preocupados por el efecto de un ritmo más rápido de mutaciones. Por ejemplo, ha habido investigadores que han calculado que la «Eva mitocondrial» —la mujer cuyo mtDNA fue el antecesor del que hay en todos los seres vivientes— vivió hace entre 100.000 a 200.000 años en África. Usando el nuevo reloj, tendría una antigüedad de unos meros 6.000 años.25
El artículo continuaba observando que los nuevos descubrimientos de ritmos de mutación más rápidos que apuntaban a una Eva mitocondrial hace alrededor de 6.000 años contribuían también al desarrollo de directrices de investigación del mtDNA usadas en investigaciones forenses adoptadas por el FBI. Ahora, unos 17 años después, y usando aún más datos de mtDNA, los científicos creacionistas están confirmando de manera espectacular este descubrimiento previamente inadvertido.
Además de los datos del reloj del mtDNA, los científicos también analizaron los cromosomas Y de varones modernos, y encontraron que como promedio tenían una diferencia de sólo alrededor de 300 mutaciones respecto de la secuencia de consenso de un cromosoma Y de Adán.15 Los investigadores declaran que «incluso si suponemos un ritmo normal de mutaciones para el cromosoma Y (alrededor de 1 mutación por cromosoma por generación), necesitaríamos solamente 300 generaciones (alrededor de seis mil años) para conseguir 300 mutaciones».15 Como con la anterior investigación sobre mtDNA, esta es la manera más directa de aplicar el concepto del reloj del ADN, que también proporciona datos en perfecta consonancia con un marco cronológico bíblico para el origen del hombre.
Quizá los datos más dignos de atención que apoyan una creación reciente fueron publicados hace poco por un gran grupo de científicos seculares que estaban implicados en el levantamiento del mapa de la variación del ADN a través de todo el genoma humano.26 Este enorme esfuerzo acaba de producir un enorme conjunto de datos que los investigadores designan como «una referencia global para la variación genética humana». En su comunicación, dicen:
El análisis de longitudes compartidas del haplotipo alrededor de variantes de f2 sugiere la existencia del antecesor común con una mediana de hace ~296 generaciones (hace entre 7.410 a 8.892 años), aunque los confinados dentro de una población tienden a ser más jóvenes, con un antecesor común compartido hace ~143 generaciones (hace entre 3.570 y 4.284 años).26
Cosa sorprendente, estas son unas fechas bastante ajustadas tanto para el suceso de una creación original y para la dispersión de Babel después del Diluvio. Las poblaciones confinadas descienden de grupos humanos surgidos en la Torre de Babel cuando sucedió la confusión de lenguas. Naturalmente, la mediana del antecesor común de todos los humanos representaría a Adán y Eva.
Conclusión
El paradigma evolucionista de un reloj molecular es profundamente defectuoso en tanto que da por supuesta una evolución a gran escala, lo que literalmente comporta realizar todo el análisis como un ejercicio hipotético en lugar de abordar un experimento empírico. En cambio, los científicos creacionistas e incluso algunos investigadores seculares han adoptado el método empírico directo sin realizar suposiciones previas acerca del tiempo, y los resultados proporcionan fechas no superiores a entre 6.000 y 10.000 años. Así, cuando se eliminan las imaginadas restricciones evolucionistas y se analizan los datos de forma empírica, el resultado es una escala temporal acorde con la cronología de la historia bíblica.
Referencias
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