Un experto en demoliciones estudia el edificio designado para la destrucción. Con un balanceo de la bola de demolición, debe derribar el edificio sin que los escombros salgan desparramados del terreno. Una operación tan precisa requiere que la bola del tamaño correcto golpee a la velocidad precisa. Si pega demasiado arriba sólo quitará el techo; si lo hace demasiado abajo, la tierra absorberá toda la fuerza destructora. Las posibilidades de una demolición fallada exceden largamente las de obtener resultados exitosos. Luego de exigentes cálculos, la bola de demolición pega justo, transformando al edificio en una pila de escombros fácil de limpiar.
Unos 50 millones de años luego de la formación del sistema solar, ocurrió una colisión con un ajuste fino similar entre la Tierra y un cuerpo del tamaño de Marte. Sin embargo, en vez de destruir la Tierra, la colisión brindó la materia prima para la formación de la luna terrestre. La colisión eyectó escombros en órbita que terminaron combinándose para formar la Luna. Simulaciones recientes de alta resolución del impacto1 confirman el ajuste fino del suceso que aseguró la supervivencia de la Tierra, la formación de la Luna y la transformación de la atmósfera de la Tierra.2
Las simulaciones muestran que los escombros eyectados de la Tierra tienen que haber consistido principalmente de material sólido o líquido -no gas-, porque si no el disco de escombros se habría disipado demasiado rápidamente como para combinarse en un satélite del tamaño de la Luna. Un impactador más grande habría generado más energía durante la colisión y, en consecuencia, material más vaporizado y gaseoso en el disco de escombros. Sin embargo, un impactador más pequeño no habría enriquecido la Tierra con los elementos pesados necesarios como para impulsar una tectónica de placas durante mucho tiempo ni brindaría la suficiente energía como para eyectar por completo la atmósfera primordial de la Tierra, asfixiante para la vida, hacia el espacio. (Este gas no hubiera pasado a formar parte del disco de escombros, sino que sería removido completamente del sistema de Tierra-Luna.) Por lo tanto, si el impactador hubiera sido más grande o más pequeño, la capacidad de la Tierra para soportar vida compleja avanzada (como los humanos) o vida microbiana abundante durante mucho tiempo se hubiera reducido rápidamente. Además, los autores notan que, si un planeta es demasiado grande, no puede tener una luna formada por un impacto gigante. El impacto formador de la Luna requiere un impactador del tamaño justo, que golpee a la Tierra a la velocidad justa, en el lugar preciso, con el ángulo exacto, y en el momento justo.
Así como el experto en demoliciones debe preparar su trabajo cuidadosamente para evitar un fracaso, el impacto formador de la Luna requirió varios factores precisos para que fuera exitoso. A medida que los avances científicos siguen revelando más factores finamente ajustados, la idea de que el impacto ocurrió simplemente por casualidad parece cada vez menos factible. Por otra parte, un ajuste fino tan preciso se lleva bien con el modelo de creación bíblica de Reasons To Believe, en el que un Creador sobrenatural interviene para asegurar la habitabilidad de la Tierra durante mucho tiempo en preparación para la humanidad.
Referencias
- Keiichi Wada, Eiichiro Kokubo, and Junichiro Makino, "High-Resolution Simulations of a Moon-Forming Impact and Postimpact Evolution," Astrophysical Journal 638 (2006): 1180-86.
- Kevin Zahnle, "Being There," Nature 433 (2005): 814-15; Hidenori Genda and Yutaka Abe, "Enhanced Atmospheric Loss on Protoplanets at the Giant Impact Phase in the Presence of Oceans," Nature 433 (2005): 842-44.
Publicar un comentario