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Supuesta evidencia de que los humanos están evolucionando NO es evidencia a favor de la evolución humana




El análisis de ADN antiguo da una perspectiva del origen microevolucionista de la persistencia de la lactasa

Cuesta pensar en una heladera (el menos en EE.UU.) que no tenga varios litros de leche. La leche es un artículo básico en la dieta de los humanos, jóvenes y viejos, en todo el mundo.


Pero no siempre fue así. Durante gran parte de la historia humana, las personas carecieron de la capacidad de digerir leche como adultos. Los humanos sufrían de esta deficiencia porque dejaban de producir la enzima digestiva para el azúcar de la leche, la lactosa, al salir de la infancia.


La enzima lactasa (que descompone la lactosa) se produce en todos los mamíferos (incluyendo los humanos) a una edad temprana. Normalmente, el gen para esta enzima no se expresa al madurar los mamíferos. En algunos adultos humanos, sin embargo, el gen para la lactasa se expresa en la adultez. Esta condición, denominada persistencia de la lactasa, parece haber evolucionado en los animales cuando la domesticación de los animales se generalizó unos 10.000 años atrás, como parte de la revolución del Neolítico.


La persistencia de la lactasa es habitual en las poblaciones del norte y centro de Europa, y ocurre en menor medida en grupos de pueblos del sur y este de Europa. La capacidad para digerir el azúcar de la leche hasta la adultez varía para las poblaciones de Oriente Medio y África, en correlación con estilos de vida pastoralistas. Es interesante que un trabajo reciente indica que la persistencia de la lactasa evolucionó independientemente en grupos de pueblos de Europa y África. (1) En los grupos de pueblos de Europa, la persistencia de la lactasa surge de un único cambio (o mutación) en la parte de la secuencia de ADN que controla la expresión del gen que codifica la lactasa. Una mutación diferente produjo la persistencia de la lactasa en poblaciones africanas.


Los biólogos evolucionistas proponen dos modelos para explicar el origen de la persistencia de la lactasa. La hipótesis principal sostiene que la mutación que condujo a la persistencia de la lactasa ocurrió recientemente, después de la domesticación de los animales. (La mayoría de los estudios apoyan esta idea.) La capacidad para digerir leche animal rica en nutrientes ofrecía una obvia ventaja y en consecuencia se afianzó y extendió rápidamente entre las poblaciones humanas. El otro modelo –una hipótesis de causa inversa– afirma que la mutación para la persistencia de la lactasa estuvo presente en los humanos mucho antes de la revolución del Neolítico. Este modelo sostiene que sólo aquellos humanos con la capacidad para digerir lactosa domesticaron animales. Los que no podían hacerlo no siguieron ese estilo de vida específico.


Un estudio reciente, que analizó la historia natural de la persistencia de la lactasa, evaluó directamente estos dos modelos. (2) Los investigadores analizaron ADN antiguo aislado de los restos fósiles de ocho humanos encontrados en varios sitios de Europa en busca de la mutación del ADN que imparte la persistencia de la lactasa. Estos fósiles humanos tenían entre 7.000 y 8.000 años. El análisis no reveló ninguna evidencia de persistencia de la lactasa en ninguno de los restos humanos. No hay razón alguna para creer que la persistencia de la lactasa existía antes de la revolución del Neolítico. Al parecer, los humanos evolucionaron recientemente la capacidad para digerir el azúcar de la leche en la adultez, luego de que los animales fueron domesticados por primera vez.

La evidencia de que los humanos evolucionaron, ¿es evidencia a favor de la evolución humana (la idea de que los humanos fueron surgiendo de una criatura simiesca a lo largo de unos 6 a 7 millones de años mediante una serie de formas de transición)? No necesariamente. (Hay muchas razones –ver Who Was Adam?– para ser escépticos con relación a las explicaciones evolucionistas del origen de la humanidad.) La aparición de la persistencia de la lactasa es simplemente un ejemplo de un cambio microevolucionista –una variación dentro de una especie– en la que una única mutación, en este caso, altera la expresión de un único gen, permitiendo a los humanos persistir en su capacidad para digerir el azúcar de la leche hasta la adultez. De hecho, podría argumentarse desde una perspectiva creacionista que la capacidad de los humanos (y de otras criaturas) para adaptarse mediante el cambio microevolucionista es evidencia a favor de la provisión y la providencia de Dios.


La evolución de la persistencia de la lactasa cae en la misma categoría que: (1) la adquisición de resistencia antibiótica a las bacterias, (2) el desarrollo de resistencia a los pesticidas y herbicidas por insectos y plantas respectivamente, (3) el cambio en el color del ala de la polilla moteada y (4) la variación en la forma del pico de los pinzones de las islas Galápagos. Estos ejemplos comunes de cambios evolucionistas suelen citarse como evidencia a favor de la evolución biológica. Sin embargo, los cambios microevolucionistas no se extienden necesariamente para apoyar los cambios macroevolucionistas (la creación de novedades biológicas mediante procesos evolucionistas no dirigidos).


La microevolución es un hecho. Por otra parte, hay bastantes razones para ser escépticos de la macroevolución.

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