"¡No, no existió!" aseguran algunos escépticos, pensando que esta declaración es una palanca rápida y poderosa para alejar a la gente de "la fábula del cristianismo". Pero la palanca se quiebra al primer intento. De hecho, existen más pruebas de la existencia de Jesús de Nazaret que de las figuras más famosas del mundo antiguo. Estas pruebas son de dos tipos: internas y externas o, si lo prefiere, sagradas y seculares. En ambos casos, la totalidad de las pruebas es tan apabullante, tan absoluta, que sólo los intelectos más superficiales se atreverían a negar la existencia de Jesús. Así y todo, los "ateos de pueblo", los escritores improvisados que comentan en páginas de Internet y organizaciones como la Fundación para Libertad de la Religión, repiten como pericos esa negación.
La Evidencia Interna
Aparte de las muchas predicciones mesiánicas presentes en el Antiguo Testamento, ninguno de los cuatro evangelios o los veintitrés documentos adicionales del Nuevo Testamento tendrían el más mínimo sentido si Jesús no hubiera existido. ¿Acaso toda la procesión de conocidos personajes históricos que se relacionaron con Jesús interactuaron con el vacío? ¿Trató Herodes el Grande de acabar con un niño fantasma? ¿Anás y Caifás, los sacerdotes judíos, entrevistaron a un espíritu? ¿El gobernador romano Poncio Pilato juzgó a un fantasma el Viernes Santo? ¿Dieron Pablo y tantos apóstoles su vida por un mito?
Ni fuentes sagradas ni seculares niegan que los personajes mencionados sean bien conocidos, y que su existencia esté sustentada por pruebas arqueológicas; por lo tanto, son históricos. Lo mismo puede decirse de Jesús de Nazaret. Pero ¿por qué, entonces, no se le permite a Jesús, como al resto de estos personajes, el "lujo" de haber vivido? ¿A qué se debe la doble norma?
A partir de las pruebas internas (bíblicas) la existencia de Jesús es sencillamente innegable. Pero también existe mucha información fuera de la Biblia acerca de este asunto.
Evidencia Externa (Cristiana)
Podríamos dedicar un párrafo muy largo a los escritos de los Padres de la Iglesia, algunos de los cuales tuvieron contacto cercano con las personalidades del Nuevo Testamento. Juan, el discípulo de Jesús, por ejemplo, se convirtió más tarde en obispo de la iglesia de Efeso. Uno de sus alumnos fue Policarpo, obispo de Esmirna, quien a su vez enseñó a Ireneo de Lyón. El centro de todos sus escritos fue Jesús el Cristo ("Mesías").
Independientemente de estos eslabones vivos que nos conducen a Jesús, en Justino Mártir tenemos otras pruebas geográficas y temporales tangibles. Nacido en Nablus (entre Judea y Galilea) de padres paganos alrededor del año 100 d.C., Justino probó y abandonó varias escuelas filosóficas hasta encontrar en el cristianismo la enseñanza única y verdadera. Como nativo de Tierra Santa, Justino menciona lugares relacionados con Jesús, como la gruta de Belén donde nació e incluso detalles como su trabajo de aprendiz de carpintero en el taller de su padrastro José, especializado en la producción de implementos agrícolas como yugos y arados.
Evidencia Externa (Judía)
La tradición rabínica judía no sólo menciona a Jesús, sino que es la única fuente que deletrea correctamente su nombre en arameo, su lengua madre: Yeshua Hannotzri [Joshua (Jesús) de Nazaret]. Algunas de las referencias hechas a Jesús en el Talmud son confusas -probablemente debido a las imperfecciones de la tradición oral- pero hay una especialmente precisa, porque parece basada en fuentes escritas y proviene del Mishna -la colección más antigua de escritos del Talmud. Es nada menos que la orden de arresto de Jesús, que dice así:
Será apedreado porque ha practicado la hechicería y atraído a Israel hacia la apostasía. Quien pueda decir algo a su favor, que se presente y declare. Quien sepa donde está, que lo declare al Gran Sanedrín en Jerusalén.
Cuatro puntos apoyan fuertemente la autenticidad de esta orden escrita antes del arresto de Jesús: 1) El uso del tiempo futuro; 2) La lapidación era el castigo normal para la blasfemia entre los judíos cuando el gobierno romano no participaba; 3) No hay ninguna referencia a la crucifixión; y 4) Que se diga que Jesús practicaba la "hechicería" -lo extraordinario o milagroso con tintes negativos- nos dice mucho. Invoca no sólo lo que los historiadores llaman el "criterio de vergüenza", que concede verdad a un hecho, sino que concuerda perfectamente con la forma en que los oponentes de Jesús desvirtuaron la explicación de sus curaciones milagrosas: que las realizaba con la ayuda de Belcebú (Lucas 11:18).
Además, Flavio Josefo, el historiador del primer siglo, menciona dos veces a "Jesús al que llaman el Cristo" en su escrito Antigüedades Judías. La segunda vez habla de la muerte del medio hermano de Jesús, Santiago el Justo de Jerusalén (20:200). Y dos libros antes, en la referencia extrabíblica de Cristo más larga del primer siglo, habla de Jesús a la mitad de su descripción del gobierno de Poncio Pilato:
En ese tiempo hubo un sabio llamado Jesús, y su conducta fue buena, y fue conocido por virtuoso. Mucha gente de entre los judíos y las otras naciones se convirtieron en sus discípulos. Pilatos lo condenó a morir crucificado. Pero quienes se habían convertido en sus discípulos no abandonaron su enseñanza. Informaron que él se les apareció tres días después de haber sido crucificado y que estaba vivo. En vista de esto, tal vez haya sido el Mesías, de quien los profetas habían informado maravillas. Y la tribu de los cristianos, llamada así en honor de él, no ha desaparecido hasta hoy. (18:63).
Este es el texto puro extraído recientemente de la versión tradicional, la cual desafortunadamente fue mezclada desde muy temprano con partes de otros textos. Si desea una evaluación más detallada de Josefo y sus referencias a Jesús, por favor vea mi artículo sobre Josefo en esta serie.
Evidencia Externa (Secular)
Cornelio Tácito, uno de los historiadores más confiables de la Roma del primer siglo, escribió en sus Anales una crónica de los eventos del imperio romano durante el reinado de los primeros Césares. Entre los sucesos más importantes que incluyó en el año 64 d.C. se encuentra el gran incendio de Roma. La gente culpó de esta conflagración al emperador Nerón, ya que sucedió "bajo su gobierno", pero para salvarse, Nerón trasladó la culpa hacia los "cristianos", y esta es la primera vez que aparecen en la historia secular. Como el historiador cuidadoso que era, Tácito explica quienes eran los "cristianos": "Cristo, el nombre del fundador, fue sometido a la pena de muerte en el reinado de Tiberio por sentencia del procurador Poncio Pilato" (15:44). Luego informa los horrores inflingidos a los cristianos en lo que se convirtió en la primera persecución romana.
Debemos enfatizar que Tácito no era un historiador cristiano que tratara de probar la existencia real de Jesucristo, sino un pagano que despreciaba a los cristianos como si fueran una "enfermedad", término que utiliza más adelante en el pasaje. Si Jesús no hubiera existido, Tácito habría sido el primero en exponer al patético fantasma en quien esos fanáticos habían puesto su confianza. Si no hubiera otras referencias a Jesús, este solo pasaje sería suficiente para establecer la historicidad de Jesús. Los escépticos se dan cuenta, por eso han usado todo medio imaginable para desacreditar este pasaje, pero ha sido en vano. Análisis y estudios computarizados del escrito nunca han encontrado ninguna razón para cuestionar el texto o su contexto.
Cayo Suetonio Tranquilo también registró sucesos del primer siglo en su famosa obra Vidas de los Doce Césares. Él también veía a los cristianos como a una secta "que profesaba una nueva y maligna creencia religiosa" (Nerón 16) y sin duda citó a "Cristo" también, deletreándolo "Crestus" (Claudius 25). El que las vocales "e" e "i" con frecuencia eran intercambiables puede demostrarse mediante el término francés para "cristiano", hasta hoy "chretien".
Plinio el Joven fue gobernador romano de Bitinia (hoy la esquina noroccidental de Turquía) y alrededor del año 110 escribió al emperador Trajano (98-117 d.C.) para preguntarle que debía hacer con los cristianos, un "culto despreciable" al que menciona ocho veces en su carta. Cristo mismo es mencionado tres veces en el caso más famoso de referencia a los cristianos "...quienes se juntaban un día fijo a cantar versos alternadamente entre ellos en honor a Cristo, como si fueran para un dios..." (Carta No. 96). La muy interesante respuesta de Trajano sugiere que los cristianos no sean cazados. (Ibid., No. 97). Sin embargo, nuevamente, si Cristo hubiera sido un personaje mítico, estas fuentes hostiles habrían sido las primeras en señalar burlonamente el hecho.
Otras fuentes seculares, como Teudas y Mara bar Serapion, testificaron la historicidad de Jesús. Pero en lo que respecta a este artículo, toda prueba adicional cae en la categoría de "hacer caer a un caballo muerto". No hace falta nada más para ver las pruebas apabullantes de que Jesús de Nazaret no es un mito, sino una figura histórica que realmente vivió. Sería mejor que los escépticos se dedicaran a descubrir si Jesús fue más que un hombre. Eso, por lo menos, podría producir un debate con preguntas razonables, en lugar de una discusión sin sentido con los sensacionalistas que luchan por rechazar lo obvio.
Usualmente, cuando se hace esta pregunta, la persona que la hace, cataloga la pregunta como “fuera de lo que dice la Biblia”. No aceptamos la idea de que la Biblia no puede ser considerada como una fuente de evidencia sobre la existencia de Jesús. El Nuevo Testamento contiene cientos de referencias de Jesucristo. Hay quienes fechan la escritura de los Evangelios en el siglo dos d.C., esto es, más de 100 años después de la muerte de Jesucristo. Aún si este fuera el caso (el cual rechazamos firmemente), en términos de evidencias antiguas, los escritos hechos menos de 200 años después de que los eventos tuvieron lugar, son consideradas como evidencias muy confiables. Más aún, la gran mayoría de los estudiosos (cristianos y no cristianos) aceptarán que las Epístolas de Pablo (al menos algunas de ellas) fueron de hecho escritas por Pablo en la mitad del primer siglo d.C., menos de 40 años después de la muerte de Jesús. En términos de evidencias de manuscritos antiguos, esta es una prueba extraordinariamente fuerte de la existencia de un hombre llamado Jesús en Israel durante el principio del primer siglo de nuestra era.
También es importante reconocer que en el año 70 d.C., los romanos invadieron y destruyeron Jerusalén y la mayor parte de Israel, matando a sus habitantes. ¡Ciudades enteras fueron literalmente quemadas hasta sus cimientos! Entonces, no debería sorprendernos si mucha de la evidencia de la existencia de Jesús fue destruida. Muchos testigos oculares de Jesús debieron haber muerto. Estos hechos obviamente disminuyeron la cantidad de testigos oculares del testimonio de Jesús que sobrevivieron.
Considerando el hecho de que el ministerio de Jesús fue reducido a un lugar culturalmente atrasado en un pequeño rincón del imperio romano, hay una sorprendente cantidad de información acerca de Jesús que puede ser extraída de fuentes históricas seculares. Algunas de las más importantes evidencias históricas de Jesús, incluyen lo siguiente:
El historiador romano Tácito del primer siglo, quien es considerado uno de los más precisos historiadores del mundo antiguo, menciona a los supersticiosos “Cristianos” (“antes llamados Christus” lo cual es Cristo en latín), quien sufrió bajo Poncio Pilato y durante el reinado de Tiberio. Gaio Suetonio, historiador romano (70-160) secretario en jefe del emperador Adriano, escribió que había un hombre llamado Chrestus (o Cristo) que vivió durante el primer siglo (Annais XV.44).
Flavio Josefo, (Jerusalén, 37 d.C? h. 100) es el más famoso historiador judío. En sus “Antigüedades Judaicas” él se refiere a Santiago como, “el hermano de Jesús, a quien llamaban el Cristo.” Hay un verso controversial (18:3) que dice, ““Ahora, había alrededor de este tiempo un hombre sabio, Jesús, si es que es lícito llamarlo un hombre, pues era un hacedor de maravillas, un maestro tal que los hombres recibían con agrado la verdad que les enseñaba. Atrajo a sí a muchos de los judíos y de los gentiles. Él era el Cristo, y cuando Pilato, a sugerencia de los principales entre nosotros, le condenó a ser crucificado, aquellos que le amaban desde un principio no le olvidaron, pues se volvió a aparecer vivo ante ellos al tercer día; exactamente como los profetas lo habían anticipado y cumpliendo otras diez mil cosas maravillosas respecto de su persona que también habían sido preanunciadas. Y la tribu de cristianos, llamados de este modo por causa de él, no ha sido extinguida hasta el presente.” (Antigüedades. XVIII.33. (Comienzos del segundo siglo)
Sexto Julio Africano en su obra cita al historiador Talus en una discusión acerca de las tinieblas que siguieron a la crucifixión de Cristo, diciendo que en el libro III de su Historia explica la oscuridad como debida a un eclipse solar, pero aclara que eso sería imposible debido a que la crucifixión ocurrió en tiempo de luna llena, cuando no pudo haber ocurrido un eclipse. (Escritos Existentes, 18)
Plinio el Menor, en Cartas 10:96, registra las prácticas de adoración del cristianismo primitivo, incluyendo el hecho de que los cristianos adoraban a Jesús como Dios y eran muy éticos, e incluye una referencia a las festividades y la Cena del Señor.
El Talmud de Babilonia (Sanedrín 43ª.) confirma la crucifixión de Jesús en la tarde de Pascua, y las acusaciones contra Cristo de practicar la brujería y fomentar la apostasía judía.
Luciano de Samosata, fue un filósofo y escritor griego del siglo dos, quien admite que Jesús fue adorado por cristianos, introduciendo nuevas enseñanzas y que fue crucificado por ellos. Él dijo que las enseñanzas de Jesús incluían la hermandad entre los creyentes, la importancia de la conversión y la importancia de negar a otros dioses. Los cristianos vivían de acuerdo a las leyes de Jesús, creyéndose a sí mismos inmortales y se caracterizaban por despreciar la muerte, la devoción voluntaria y la renuncia a los bienes materiales.
Mara Bar-Serapio. Hay en el Museo Británico un interesante manuscrito que preserva el texto de una carta escrita a su hijo un tiempo después del año 73 d. C., aun cuando no estamos seguros de cuánto tiempo más tarde. En ella confirma que Jesús demostró ser un hombre sabio y virtuoso, que fue considerado por muchos como el rey de Israel, fue llevado a la muerte por los judíos y siguió viviendo en las enseñanzas de sus seguidores.
Tenemos además todos los escritos gnósticos (El evangelio de la verdad, El apócrifo de Juan, El evangelio de Tomás, el Tratado de la Resurrección, etc.) - todos ellos mencionan a Jesús.
De hecho, podemos reconstruir el evangelio solo de las primitivas fuentes no cristianas: Jesús fue llamado el Cristo (Josefo), hizo “maravillas” y guió a Israel a nuevas enseñanzas, y fue colgado en la Pascua por ellos (Talmud de Babilonia) en Judea (Tácito), pero clamó ser Dios y que regresaría (Eliazar), en el cual creían sus seguidores, adorándolo como a Dios (Plinio el Menor).
En conclusión, existe una evidencia brumadora de la existencia de Jesucristo, ambas en historia bíblica y secular. Quizás la evidencia más grande de que Jesús existió es el hecho de que literalmente miles de cristianos del primer siglo, incluidos los 12 apóstoles, estuvieron gozosos de ofrendar sus vidas como mártires por Jesucristo. La gente morirá por lo que creen que es verdad, pero ninguno morirá por lo que ellos saben que es una mentira.
Citas.
– “Este « hacerse uno de los nuestros » del Hijo de Dios acaeció en la mayor humildad, por ello no sorprende que la historiografía profana, pendiente de acontecimientos más clamorosos y de personajes más importantes, no le haya dedicado al principio sino fugaces, aunque significativas alusiones” (Juan Pablo II, Tertio millenio adveniente, 10 noviembre 1994, n. 5).
– Enciclopedia Británica, 15ª edición – A propósito de los testimonios independientes sobre Jesús: “Estos relatos independientes muestran que desde los primeros tiempos ni siquiera los adversarios del cristianismo dudaron jamás que Jesús haya realmente existido. No es sino a finales del siglo XVIII, durante el siglo XIX y a principios del siglo XX cuando la historicidad de Jesús fue puesta en duda por primera vez, por motivos insuficientes, por parte de diversos escritores”.
– Gran Enciclopedia Larousse : "Los historiadores serios son unánimes al afirmar sin duda que Jesús existió realmente” (Tomo 11, p 6699)
– Suetonio (testigo indirecto que prueba que 20 años después de la muerte de Cristo había cristianos activos en Roma): “Como los judíos no dejaban de crear problemas en la ciudad a instigación de un cierto Christus, él (Claudio) los expulsó de Roma" (Vida de Claudio, XXV.11) – La medida represiva de Claudio es por otro lado atestiguada en los Hechos de los Apóstoles (año 52, en Corinto, Pablo encuentra una familia judía que había sido expulsada de Roma (Hch 18, 2).
– Suetonio: “Él entregó a las torturas a los cristianos, raza adicta a una superstición nueva y culpable” (Vida de Nerón, XVI.3).
-Tácito: “el nombre de cristiano viene del nombre de Cristo, que fue condenado bajo el reinado de Tiberio, por el procurador Poncio Pilato , …” (Annales, 15.44)
– Plinio el Joven: “Los que negaron ser cristianos o haberlo sido, o bien invocaban a los dioses de acuerdo con la fórmula que yo les dictaba y sacrificaban mediante el incienso y el vino ante tu imagen que me había traído para este fin con las estatuas de los dioses, o bien maldecían a Cristo – cosas todas ellas que es imposible conseguir de aquellos que son realmente cristianos – pensé que debía ponerlos en libertad … [Los que dijeron que eran cristianos] afirman que toda su culpa o su error se limitaba a tener la costumbre de reunirse en un día fijo antes del amanecer y de cantar entre ellos alternativamente un himno a Cristo como a un dios … " (Cartas y Panegírico de Trajano: X/96/5-7) Este texto no afirma la existencia de Jesucristo, pero la confirma de forma indirecta: prueba que en efecto a comienzos del siglo II, hombres y mujeres creían firmemente en su existencia.
– “Nuestro conocimiento de Jesús es una continuidad sin ruptura” (P. Antoine Guggenheim).
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