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Falacia atea: Es imposible probar la inexistencia de Dios y los 'unicornios rosados'





Muchos opositores del Cristianismo piensan que se pueden escapar de la responsabilidad de la prueba (asumiendo que fueron ellos quienes hicieron la afirmación), diciendo que no se puede probar algo que no existe. De la misma forma que no se puede probar que los unicornios rosados no existen, tampoco la no-existencia de Dios se puede probar.

¿Es posible probar que algo no existe? ¿Es intelectualmente honesto comparar a Dios con unicornios rosados? ¿Se libra el ateo de la responsabilidad de la prueba?


¿Es posible probar que algo no existe?


Claro que sí.

El problema aquí es que la “prueba” que se tiende (o se espera) buscar tiene connotaciones científicas. Esto es un problema por tres razones principales.

Primero, la ciencia NUNCA puede – ni podrá – probar que algo no existe. ¿Por qué?  La ciencia opera a base de inducción. El método inductivo consta en buscar las cosas del mundo y hacer conclusiones generales sobre esas cosas a través de la observación. Los científicos sólo pueden hacer conclusiones sobre cosas que encuentran, no sobre las que no encuentran.

Segundo, la ciencia se limita a lo natural (Naturalismo), por lo cual automática y arbitrariamente elimina aquello que no lo es. Si dijésemos que Dios existe, por ejemplo, no sería un ser natural, sino que sería sobrenatural. Esto significa que la ciencia sería incapaz de probar o refutar Su existencia.

Tercero, la ciencia no es la única forma de llegar al conocimiento de la verdad. Hay cosas que se pueden saber como absolutamente certeras que la ciencia no puede explicar, ni probar, ni medir, ni experimentar.

Ahora bien, la única forma de probar que algo no existe es utilizando el método deductivo, no el inductivo. Con el método deductivo, entonces podemos probar, sin lugar a equivocarnos, que hay cosas que no existen.

Si queremos saber algo con certeza – sin posibilidad de error (lo que se conoce en la filosofía como “la certeza apodíctica”) – se necesita el método deductivo.

Pero, esto nos alejaría de la ciencia y entraríamos en la filosofía – donde muchos que se abrazan a la ciencia caen.

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Los unicornios rosados no existen


Es importante recordar que, en la filosofía, se utilizan silogismos – que no es más que presentar unas premisas que llevan a una conclusión lógica a base de las premisas. Si se pueden probar las premisas como ciertas, entonces la conclusión es inescapable. Una prueba filosófica requiere demostrar que una postura es más razonable que sus alternativas.

Tomando la imagen clásica y común de lo que es un unicornio (es decir, lo que generalmente viene a la mente cuando se piensa en un unicornio; no un rinoceronte, ni un caballo común alterado, ni ningún otro animal), observemos el siguiente silogismo:


Premisa #1: Cosas intencionalmente ficticias no existen.

Premisa #2: Los unicornios rosados son intencionalmente ficticios.

Conclusión: Los unicornios rosados no existen.


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 Defensa de la Premisa #1: Cuando algo se crea (en todo sus sentidos) con el propósito de ser ficticio, ese algo no es real, aunque sea a base de algo que sí es real. Al no ser real, no existe. No es lógico creer en la existencia de algo que es intencionalmente ficticio (o fabricado) y es conocido por serlo. Es decir, que se sabe desde un principio que no existe. Por ejemplo, la creencia en Santa Claus (o Papá Noel) es algo que se pierde con la edad porque las personas no creen en cosas que son falsas, aunque esa creencia los haga sentir mejor. Si creyésemos en cosas sólo porque nos hacen sentir bien, todos todavía pensaríamos que existe Santa Claus.

Defensa de la Premisa #2: Este punto es bastante auto-evidente, ya que la mención de unicornios rosados (o monstruos voladores de spaghetti, etc.) nunca se utiliza en ningún otro escenario que no sea tratar de burlarse de la creencia en Dios. Por lo cual, los que mencionan unicornios rosados saben y conocen que son ficticios al utilizarlos.

La conclusión fluye lógicamente de las premisas: Los unicornios rosados no existen.

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Otros problemas con el “argumento” de los unicornios rosados


Cuando se trae la afirmación que “no se puede demostrar que los unicornios rosados no existen” se cometen varios errores de pensamiento:


• Es un argumento “hombre de paja” – se está mal representando la premisa del Cristianismo sobre la existencia de Dios para que sea más fácil de atacar. Aquí, específicamente, se asume que Dios no existe, a pesar de las pruebas que indican lo contrario. Se utiliza esta presunción vacía para otro error: apelación a las emociones.

• Es una apelación a las emociones – se comete esta falta cuando se le adjudican sentimientos negativos a una postura, sin presentar argumentos. Aunque no siempre, muchas veces la noción de que “creer en Dios es como creer en los unicornios rosados” es lo que subraya los reclamos de “no se puede probar que los unicornios rosados no existen.” Sin embargo, al no proveer alguna evidencia de por qué esto es así, cae en este error de pensamiento. Se le adjudica un sentimiento negativo (“si creo en Dios soy bruto”) sin presentar evidencia a favor de ello. Esto puede rayar en la burla (que tampoco es un argumento).

• Es una comparación deshonesta – se trata de juzgar con la misma medida dos cosas que son esencialmente diferentes. Es razonable pensar que Dios existe, no es razonable pensar que los unicornios existen. Sólo empezando por aquí, deja de ser una comparación justa. El que piensa que se pueden comparar debe probar la existencia de los unicornios o la no-existencia de Dios.

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Es importante entender la diferencia de las pruebas científicas y las pruebas filosóficas. La ciencia no es apta para probar cosas que existen pero no son físicas, como las matemáticas y la conciencia. Sencillamente, no hay un método científico que pueda comprobar estas cosas. El hecho de que algo no se pueda probar científicamente no significa que no se puede probar.

Por lo cual, si se puede probar que los unicornios rosados no existen, entonces la responsabilidad de la prueba es inescapable para el ateo. Decir que no se puede probar la no-existencia de algo se convierte en una excusa para no hacer el ejercicio mental (y más extenso) de probar que Dios no existe. No acepte tal excusa. Probar la no-existencia de algo se puede – y es su responsabilidad.

Los ateos afirman que es imposible probar la inexistencia de un “ser imaginario” como Dios, que pretender aportar pruebas acerca de su no existencia es como querer hacer lo propio con la de un unicornio, la tetera voladora, Papá Noel o el ratoncito Pérez. Es decir: imposible. Así pues, los ateos exigen a los creyentes que demostremos nuestras afirmaciones al tiempo que ellos renuncian a probar las suyas.
Pero aparte de insultar la inteligencia de los cristianos con absurdas comparaciones infantiles (¿cuántas personas conocen ustedes que hayan comenzado a creer en el ratoncito Pérez de adultos?  ¿cuántos premios Nobel conocen ustedes que crean en los unicornios?) mienten porque esta afirmación -la de que es totalmente imposible probar la inexistencia de Dios- simplemente no es verdad.
Decir que no hay un Creador es tanto como decir:
1) Que el Universo se ha creado él solo y a sí mismo (o dicho de otro modo, que el Universo es creación y creador al mismo tiempo).
2) Que el Universo ha surgido de la nada o, en su defecto, que proviene de una causa que no es Dios.
3) Que el Universo, tal y como lo conocemos actualmente, es producto del azar.
Bastaría con demostrar estas tres tesis para probar la inexistencia de Dios. Pero ¿dónde están las pruebas? No hay ninguna. Los incrédulos, que se pasan el día reclamando evidencias empíricas a los cristianos acerca del Creador, son incapaces de aportar una sola prueba (¡ni siquiera un indicio!) que nos haga pensar que el Cosmos se creó solo y que, en consecuencia, los postulados ateos son ciertos.
No sólo no existe evidencia alguna de tales cosas. Lo que es aún peor; ni siquiera son razonables. Es decir, aunque no tuviéramos pruebas de todo ello sí podríamos sospechar que los ateos están en lo cierto si estos fenómenos se reprodujesen en la naturaleza. Pero ¿cuántas cosas conocen ustedes que se hayan autocreado? ¿Han visto alguna vez una galaxia, un árbol o un mosquito que se creen ellos solos y a sí mismos?
El científico ateo Stephen Hawking afirma que el Cosmos surgió de la nada. Si esto fuera verdad deberíamos ser capaces de observar más cosas que aparecieran de la nada. ¿Conocen ustedes una estrella, un microbio o una molécula que surjan de la nada? Hasta donde yo sé de la nada no puede salir otra cosa que no sea la nada. La generación espontánea es falsa y el Universo no es la excepción a la regla.
Otros dicen que antes de la Gran Explosión el Universo estaba concentrado en una partícula extremadamente diminuta y condensada; que la Gran Explosión fue el choque de dos Universos que colisionaron como placas tectónicas; que el Cosmos se expanderá y contraerá una infinitud de veces (sabemos que se expande pero nada hace pensar que deba contraerse), que hay Universos paralelos, etcétera.
Sin entrar a valorar si son correctas o no, cabe destacar que ninguna de estas teorías está probada y ninguna explica la causa originaria del Universo. Otros sostienen que el Cosmos no tiene principio y ha existido eternamente pero esto es falso porque si así fuera las estrellas ya se habrían apagado. Además sabemos que hubo un principio pues se encontraron radiaciones residuales procedentes del Big Bang.
Finalmente para los ateos el Universo actual es producto no de un diseñador inteligente sino del azar. Es decir, que el Universo, que es extremadamente complejo y ordenado a la vez, es así por casualidad. Yo me pregunto cuantas cosas conocen los ateos que sean extremadamente complejas y ordenadas y fruto de la casualidad.  
Si la Mona Lisa no es producto del azar ¿cómo va a serlo el Cosmos?

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