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Falacia atea: El canon del Antiguo Testamento no es correcto



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El canon es el conjunto de libros que forman la Biblia por considerarlos inspirados por el  Espíritu Santo. El Antiguo Testamento se compone de 39. ¿Por qué ésos y no otros? Estudiosos como Francisco Luis Almeda Carmona, Edward J. Young, Tremper Longman III, Raymond B. Dillard, Gleason L. Archer citan testimonios que hacen ver que el canon veterotestamentario es fiable.

1) El de los judíos, que han sido unánimes independientemente de su partido. Jamás se atrevieron a cuestionar el canon bíblico a pesar de que pudieran tener discrepancias ideológicas o que tuvieran otros libros de referencia que nunca se atrevieron a asimilar a la Biblia. Nada quitaron y nada añadieron. Estaban divididos en numerosas sectas pero jamás se atrevieron a alterar la Palabra de Dios.

2) Jesucristo y los apóstoles reconocían el Antiguo Testamento en su totalidad. En el Nuevo Testamento encontramos citas correspondientes a todos los libros del Antiguo, salvo a los de Ester, Eclesiastés y Cantar de los Cantares. En los Evangelios y las Epístolas, en los Hechos y en el Apocalipsis, podemos notar no menos de seiscientos pasajes sacados del Antiguo Testamento alusivos a su contenido.

3) El testimonio de la Iglesia Cristiana, que desde siempre aceptó el canon bíblico. Los libros apócrifos de Tobías, Judit, Baruc, Sabiduría, Eclesiástico, los dos de los Macabeos, más algunas porciones añadidas a Daniel y a Ester, fueron incorporados por la Iglesia Católica en el Concilio de Trento, en el siglo XVI. Sin embargo nunca fueron mencionados por Jesús, los apóstoles o los primeros discípulos.

4) El escrupuloso cuidado que tuvieron los judíos en conservar íntegro el canon del Antiguo Testamento, aún después de la era cristiana; y su tenacidad en apegarse al texto de las Escrituras, a pesar de su dispersión por el mundo entero. El historiador Flavio Josefo y el sabio Filón de Alejandría -ambos judíos- destacan que los hebreos prefieren la muerte a tocar de su texto sagrado una sola coma.

5) El testimonio de los jeroglíficos. La Piedra de Rosetta, encontrada en Egipto y actualmente en el Museo Británico, corrobora las historias de la Biblia: que los egipcios no sentían repulsión por los asnos, que José fue la mano derecha de Faraón durante el tiempo de las vacas gordas y de las vacas flacas, etc. y en el templo de Amón hay escritos que confirman que Sisac cargó contra el pueblo judío.

6) Un gran número de inscripciones descubiertas en Israel y Palestina (en especial los rollos del Mar Muerto), confirman también —tras dos milenios— hechos concretos relatados en la Biblia. Por ejemplo el ateo Ernest Renan pudo comprobar cómo, en contra de lo que creía, Deuteronomio 27:12ss estaba en lo cierto cuando afirmaba que la voz humana se oye desde la cumbre del monte Ebal.

7) Testimonio Asirio – Babilónico. Gracias a los descubrimientos hechos en Asiria y Babilonia, se ha podido componer un comentario íntegro del Antiguo Testamento. Los puntos de contacto existentes entre la literatura asirio-babilónica y la Biblia son muy numerosos. Así, documentos como el Prisma de Taylor o el Cilindro de Esar-Hadón no hacen sino reafirmar la veracidad de las historias bíblicas.

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