“¿Cómo puedes saber que esa experiencia que has sentido es real? ¿No puede ser una imaginación o que estés loco?” -me preguntan-. Bueno, considerar que un cristiano nacido de nuevo está loco “por creer en la existencia de seres imaginarios” es insultar la inteligencia de millones de personas en todo el mundo, algunas de ellas de deslumbrante intelecto como el escritor Josh McDowell, el filósofo William Lane Craig o el genetista Francis Collins, entre muchos otros.
Otros ateos, como el autor Richard Dawkins, apelan a la falacia genética; esto es, que si soy cristiano es porque nací en un país cristiano pero si hubiese nacido en India sería hindú. Esto es falso. Yo soy una prueba viva de que no es así porque he nacido en un país católico y crecido en una familia católica y soy protestante. Lo mismo podría haberme ocurrido en India o Pakistán por ejemplo. De hecho, hay pastores evangélicos que se han criado en una familia musulmana o una hindú.
He de aclarar que para mí lo realmente importante no es ser católico, protestante, ortodoxo, judío mesiánico o de alguna otra denominación. Para mí eso son nomenclaturas, apellidos. Lo importante es ser cristiano y ser cristiano es ser discípulo de Cristo, tener la Santa Biblia como la Palabra de Dios y tratar de caminar en la vida rectamente, de acuerdo a lo en ella establecido, aunque en ocasiones sucumbamos a la tentación porque todos somos pecadores, yo el primero.
El Dios de la Biblia es un Dios vivo que ha cambiado radicalmente la vida de millones de personas a lo largo de la historia. Como el apóstol Pablo, que pasó de perseguidor de la iglesia a predicar el Evangelio. Como la hija del dictador Josip Stalin, Svetlana Alilúyeva, quien pese a crecer en un hogar comunista, ateo y anticlerical creía en el Señor. O como yo mismo, un antiguo ateísta que trataba de destruir la fe de los creyentes y que ahora clama al mundo entero que Jesús es el mesías.
Cuando era ateo el odio era el motor de mi vida y ahora es el amor. Antes discutía mucho con mi madre y ahora mis relaciones familiares están restablecidas. Pensaba en el suicidio y ahora quiero vivir. Miraba a la gente por encima del hombro y ahora he aprendido a ser más humilde. Y cuando llegan los problemas no me desespero pues los pongo en manos de Jesús. Me siento amado y soy feliz. No digo que a todos los ateos les pase igual. Sólo cuento mi experiencia. Ni más ni menos.
Jesús ha transformado mi vida por completo. No lo cambiaría ni por todo el oro del mundo. Hay ateos que tienen curiosidad y pretenden saber qué se siente. Pero es algo inenarrable. Es como subir al Everest. Por más que te expliquen lo que se siente allá arriba, nunca podrás saberlo salvo que lo escales. No exijas pruebas ni demandes milagros porque si tú realmente buscas al Padre Él se va a manifestar en tu vida, se revelará a ti. Cuando Jesús llame a tu puerta, no endurezcas tu corazón.
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