“Buscad un pueblo sin religión; no lo encontraréis y si lo encontráis, tened por cierto que no diferirá mucho de las fieras”. David Hume (filósofo). |
Tatiana Goricheva, fundadora del primer movimiento feminista ruso, tenía todas las papeletas para ser atea. Intelectual, feminista y comunista. Nació en 1947 en la Unión Soviética, un régimen de ateísmo de estado donde Cristo no tenía cabida. Creció en el seno de una familia inteligente y atea ni demasiado rica para ser creyente (como los burgueses que se apoyaban en la religión para conservar sus intereses materiales) ni demasiado pobre para ser creyente (como los campesinos analfabetos que creían en Dios por ignorancia o superstición). Los agentes de la KGB estaban perplejos. Goricheva era un error del sistema. Tenía todo a favor para ser atea mas se convirtió al cristianismo… y lo pagó con la cárcel. ¿Qué decir ya de Svetlana Alilueva, hija del dictador Josip Stalin? También ella creía en el Señor y no fue algo precisamente que aprendiera en su casa.
“Las criaturas no nacen con deseos a menos que exista satisfacción a esos deseos. Un bebé siente hambre: bien, existen los alimentos. Un patito desea nadar: existe el agua. El hombre siente deseo sexual: existe el sexo. Si encuentro dentro de mí un deseo que ninguna experiencia en este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fue creado para otro mundo” -afirma el escritor C.S. Lewis-. Filósofos como Platón, Aristóteles y Cicerón pensaban igual. Todos queremos vivir (los suicidas son una rara excepción) y ser felices (pero la felicidad es fugaz). Para el autor A. Boulenger el hombre siente la necesidad de hallar la verdad, la felicidad y la inmortalidad y si tal necesidad no puede satisfacerse en esta vida, ha de haber otra vida y un Dios que la pueda satisfacer. No es un hábito adquirido sino el afán de vivir y ser felices lo que nos empuja a buscar a nuestro Padre.
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